Superad vuestra nostalgia

Porque me parece interesante y porque quiero, reproduzco aquí como artículo la respuesta que otro menenate me ha dado a uno de mis comentarios. Estas cosas lo reconcilian a uno con la comunidad, esté yo o no de acuerdo con lo que, en cursiva, me responde @manoru, que es el autor.

Allá va:

"Perdón por hablar mal, pero el modelo de consumo con esos “perdedores” era un puto coñazo. Ya lo era en aquel entonces, con libre circulación, con muchos menos coches y tres veces más pequeños. Yo era niño en aquellos tiempos. Como mis padres no encontraran hueco rápido sabía que iban a acabar riñendo, entre ellos o con alguien. Ya llegaba un punto en el que me daba miedo. Las vueltas y vueltas eran insufribles. Lo recuerdo todo como algo muy violento. Hoy lo sigue siendo, vete a cualquier parking aglomerado. Dar vueltas como un tonto con el coche te hace infeliz, quieras o no. Comprenderás que yo no quiera eso ni para mí ni para los míos, ni para los que tenga alrededor.

Sencillamente ellos al igual que otros pobres desgraciados enlatados en sus "4 latas" y demás horrores automovilísticos, asumían que como clase media tenían que bregar con eso; porque ojo, el transporte público era “para pobres” y los parkings eran “para ricos”. Lo que quedaban eran vueltas, dobles filas, multas, ruidos, broncas…

Era una problemática esa concentración automovilística. Lo era ya en aquella época, de ahí la transformación que hubo. Ahora somos más viejos, nos da la nostalgia e idealizamos. Yo no quiero volver a esos tiempos ni “harto vino”. No quiero que mis hijos me vean esa cara de frustración, ese estrés que veía en mis padres. No es buen ejemplo ni plato de buen gusto.

Fueron pasando los años y ahora mis padres ya no llevan ni el pelo cardado ni un Ford fiesta de apenas 800 kilos de peso. Son unos “señores mayores” a los que les han ido muy bien las cosas, y se trasladan en una berlina de casi 1500 kilos con el triple de volumen. Al menos ahora se pueden “permitir” pagar un parking. Ellos, que siguen con esa cultura “vieja”, siguen siendo muy reticentes a prescindir del coche para moverse y usar el transporte público, y en ocasiones sigo presenciando esas escenas de "comedia española" cuando coincido con ellos. Ahora la diferencia es que cuando lo hacen me uno a sus broncas con tajante: "Si es que no aprendéis, que ya no se puede ir con el coche como pedro por su casa". Manías de viejos, pienso con resignación para mis adentros.

No creo que sea la peatonalización la que haya generado esas víctimas que dices. A mí personalmente me dan igual las facilidades que me ponga un señor para acceder en coche, moto o patinete a su tienda de muebles. Dejé de ir a su tienda no por el coche ni el pavimento, sino porque apareció en nuestras vidas una conocida cadena que hacía unos muebles que no solo venían tirados de precio, sino que además resultaban infinitamente más bonitos y prácticos que lo que vendía ese carca. ¿Que son de cartón piedra? Pues sí, pero ya no vivimos tiempos de "heredar los muebles". ¿Son una malvada gran superficie? Como si no hubieran tenido que casi hipotecarse con un malvado banco mis padres para consumir productos que les daban un peor servicio, vendido por algún comerciante a un precio totalmente arbitrario, sin posibilidad de elección.

No echemos la culpa de que cierre una ferretería o un colmado a unos adoquines. El pequeño comercio en muchos sectores ha dejado de tener sentido para nuevas generaciones porque hay opciones que son más cómodas, ofrecen más calidad y a mejor precio. ¿Tengo que echar eso de menos? Prefiero las cafeterías, los bares, los museos y las tiendas de chorradas “cuqui” para turistas. El tendero de mi barrio; por ejemplo, era un hijo de puta al que a día de hoy le habrían cerrado el local por motivos sanitarios, para empezar a hablar. No, no echo de menos ese pan de mierda que vendía, esos productos mediocres inflados de precio que colaba. Y era lo que había. En cuanto llegó alguien a ofrecer algo mejor, dejó de ser necesario. Y sus hijos prefirieron dedicarse a otra cosa que a vender latas de conservas. Lógico.

Perdonad que nos haya dejado de gustar bajar con un coche a unas calles angostas y sucias a competir abiertamente con otros en ese juego perverso de "ser más listo que". Esas situaciones me hacen sentir menos "civilizado", menos inteligente. Me traen recuerdos de ese paquete de ducados en el bolsillo de la sudorosa camisa de mi padre. Me pone de mala leche. No tengo necesidad. Y el centro queda mucho mejor como lugar de ocio, hostelería y esparcimiento. Para lo otro, grandes superficies e internet nos han hecho más felices que a nuestros padres. Ya no estamos en los ochenta. Y eso es muy bueno. Los perdedores cayeron por su propio peso. Superad vuestra nostalgia!

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