En junio escribí este artículo donde exponía mi corazonada de que Sánchez se jugaría el todo por el todo y forzaría nuevas elecciones, con el fin de atraer el PSOE a una buena parte de los votantes de Podemos y Ciudadanos, resucitando así el bipartidismo con una clara preponderancia inicial del PSOE www.meneame.net/story/tenemos-retorno-bipartidismo-puertas-jugada-sanc Y todo indica que es lo que va a hacer, asumiendo el riesgo de que el descalabro de Podemos termine provocando que, pese al previsible aumento del PSOE, las derechas sumen. Sin embargo, tenía una alternativa más segura y beneficiosa para sus propios intereses egoistas: integrar a Podemos en su gobierno y privarlo de cualquier legitimidad moral gracias al plan que os voy a explicar.
El Gobierno de España es un órgano colegiado cuyos integrantes elige discrecionalmente el Presidente del Gobierno, que es su cabeza y goza de absoluta libertad para cesar o nombrar a los ministros cuando considere. Igualmente, en el seno del Consejo de Ministros se pueden vetar las iniciativas de un ministro concreto, y es allí donde se consensúan las políticas gubernamentales (es un decir, pues el presidente tiene un peso mayor que el de todos los ministros juntos). Por tanto, los ministerios no son reinos de taifas cuyo titular puede tomar las iniciativas que considere, sino que las políticas de cada ministerio estarán absolutamente condicionadas por lo que se decida en el Consejo de Ministros.
Lo anterior, que se desprende de la Constitución y de la Ley Orgánica del Gobierno, quedaría reforzado desde el punto de vista de la legitimidad política por el hecho de que dos tercios del Consejo de Ministros serían del PSOE y solamente uno de Podemos. Pues bien, si yo fuera Sánchez daría un tercio de los ministerios a Podemos y mantendría la siguiente estrategia durante la legislatura:
-Cuando la crisis económica estallase y Europa (avalada por los grandes empresarios y banqueros españoles) comenzase a exigirme recortes sociales, los ejecutaría. Y cuando alguien de Podemos protestase, le exigiría lealtad, recordándole que están en minoría en el Gobierno y que deben aceptar y defender públicamente las decisiones de la mayoría.
-Tumbaría todas las iniciativas de calado que los ministros de Podemos llevasen al Consejo de Ministros, admitiendo sólo las que menos impacto social tuviesen. Cuando protestasen, les recordaría que sólo tienen un tercio del Consejo y que deben aceptar lo que democráticamente se decida en su seno, sin que tampoco puedan criticarlo o atacarlo públicamente, pues la lealtad les obliga a hacer suyas las decisiones de un Gobierno del que han decidido formar parte. Si el Gobierno es antisocial, ellos son antisociales, pues no tiene sentido que alguien de pura izquierda forme parte de un órgano al que critica por no ser lo bastante comprometido.
-Cuando el tiempo pasase, los recortes se generalizasen y la ciudadanía se cabrease de verdad, saldría a la palestra y les diría que tales recortes son odiosos, que nadie quiere implementarlos...pero que si no lo hacemos Europa nos intervendrá y acabaremos como Grecia. Les diría que existe una evidencia incontestable sobre la necesidad de los recortes: Podemos los apoya con su presencia en el Consejo de Ministros. Si el partido más izquierdista de España asume que los recortes son necesarios, es que no hay otro camino.
-Cuando la legislatura acabase y llegasen las elecciones, Podemos no tendría legitimidad para oponerse al PSOE, pues habría sido cómplice de todas sus decisiones. Ello provocaría que a una gran parte de sus votantes les diese igual votar a Podemos o al PSOE, y que acabasen decantándose por el PSOE porque tiene más experiencia de gestión. La legitimidad moral que Podemos pudiera tener, y que sería el único argumento para enfrentarse al PSOE y pedir el voto, habría desaparecido.
-Existiría la posibilidad de que Podemos se hartase a mitad de legislatura y se largasen forzando nuevas elecciones. Pero, aparte de que las mieles del poder son muy adictivas, Sánchez siempre podría entonces acusarles de poner en peligro al país abriendo la posibilidad de que un gobierno trifachito ocupase La Moncloa. Esa suma de placer en el poder y miedo al descalabro minimizaría las probabilidades de que Podemos se saliese del gobierno para dejar en evidencia al PSOE.
Sánchez ha escogido el camino más peligroso. Pero tenía el camino del abrazo del oso, que le habría permitido absorber a Podemos a cambio de darles temporalmente una pequeña parte del poder. Podemos, al querer entrar en el gobierno a toda costa, también ha caído en un cortoplacismo (se dice que motivado por el miedo de Iglesias y Montero a perder el control del partido) que a mi juicio es muy negativo para ellos. Si mirasen con perspectiva, no entrarían en el gobierno para no mancharse con todas las tropelías antisociales que va a cometer Sánchez escudado en la crisis económica que nos viene encima. Pactarían con él medidas sociales concretas y se le tirarían al cuello ante cada recorte, en la calle y en el parlamento. Y cuando la legislatura acabase, podrían presentarse ante los ciudadanos como los únicos defensores de los derechos sociales, lo cual aumentaría sus maltrechas expectativas.
En cualquier caso, parece claro que no habrá abrazo del oso porque Sánchez no puede contener su ambición lo suficiente como para atraer a Iglesias a él...y nos jugaremos el todo por el todo en unas elecciones donde si Sánchez falla perdemos todos (también perderemos si gana, pero menos...hablo del matiz entre un gobierno social-liberal deseoso de agradar a los más pudientes pero con pequeñas concesiones sociales para los ciudadanos, o un gobierno abiertamente neoliberal apoyado por ultracatólicos tradicionalistas).