Sin duda, los desastres sanitarios como el SARS o el Ébola en el África occidental, así como el notable aumento de patógenos resistentes a los antibióticos, han catalizado la inversiones hacia la seguridad sanitaria mundial.
A medida que la salud pública trabaja para fortalecer los sistemas nacionales a fin de evitar la propagación de enfermedades a nivel internacional, los órganos gestores reconocen cada vez más que las amenazas biológicas no sólo tienen repercusiones en la salud mundial, sino también en el sector socioeconómico, y a muy gran alcance.
Las evaluaciones económicas más exhaustivas pueden proporcionarnos una comprension translacional multisectorial de los costes de estas enfermedades más allá de los enfoques tradicionales que tienden a centrarse en la salud humana y los gastos sanitarios.
La epidemia del Ébola, en el África occidental, nos demostró el grave e imprevisto coste económico de una enfermedad infecciona emergente. Entre los años 2013 y 2014, el PIB de Liberia se redujo de 8,7% a 0,7%. Además, debido al Ébola y a la reducción de los precios de los productos más básicos, el crecimiento del PIB de Sierra Leona disminuyó del 5,3% al 0,8%. En Guinea, de un previsto 4% se pasó a un 0,1%.
En todos estos países, los ingresos del gobierno se redujeron de forma generalizada, incluyendo los impuestos a las empresas, los ingresos por IVA y los impuestos indirectos. Además, la disminución de la confianza de los inversores privados y extranjeros provocó un déficit de financiación de más de 600 millones de dólares en los dos años.
Aunque el Banco Mundial ha creado un servicio para la financiación de emergencias en caso de pandemias, el sector privado y las instituciones públicas más allá del sector sanitario, siguen teniendo una participación limitada en lo que respecta a la planificación e intervención en caso de epidemia y pandemia.
Entremos en detalle.
1.Evaluando el impacto económico de las enfermedades
Como mencionaba, el alcance de las repercusiones económicas durante las pandemias se ha limitado, en muchas ocasiones, a los costes sanitarios y a las pérdidas indirectas (salarios, por ejemplo). Pero, evidentemente, esto no proporciona una visión completa de las consecuencias económicas de una pandemia.
El impacto económico directo e indirecto de este tipo de eventos se ve afectado por la prevención y preparación para con la enfermedad (mitigación del riesgo), el evento en sí mismo (continuidad de los negocios, comercio, viajes, comportamiento social) y las secuelas (pérdida de empleos, mercados cerrados, estigmas a largo plazo).
La Organización Mundial de la Salud ha propuesto una guía del impacto económico como marco dentro del cual podemos calcular el impacto económico amplio de las enfermedades, y se ha desarrollado un marco para analizar las consecuencias económicas de las amenazas biológicas que examina impactos más amplios, incluyendo el comportamiento humano y la dinámica del “factor miedo” que puede causar comportamientos irracionales dirigidos a evitar la enfermedad (¿os suena de algo?).
2.Ejemplos de repercusiones multisectoriales de las pandemias
2.1. Sector sanitario
Sin duda, los efectos de las pandemias en el sector sanitario son los más sencillos de contabilizar retroactivamente. De todas formas, en casos de patógenos con resultados clínicos inesperados, las predicciones pueden ser difíciles y las estimaciones suelen limitarse a los gastos médicos a corto plazo, la mortalidad o la carga sanitaria.
Las estimaciones, además, suelen variar según el país y no incluyen el coste psicológico, las pérdidas de productividad de los niños una vez adultos ni los servicios de asistencia que podría necesitar esta persona el resto de su vida.
El ébola, desde 2013 a 2015, tuvo 28.616 casos sospechosos y 11.310 muertes confirmadas en el África occidental. La amplitud de la crisis se intensificó debido a los deficientes sistemas de atención en estas naciones. El brote provocó 513 muertes entre los trabajadores sanitarios, disminuyendo la totalidad del personal un 8% en Liberia y un 23% en SIerra Leona, produciendo así unas 10.600 muertes adicionales por afecciones no tratadas en Guinea, Liberia y SIerra Leona (según los datos, 1091 muertes por VIH, 6818 por malaria y 2714 por tuberculosis). Además, se redujeron las consultas prenatales, aumentaron los nacimientos de niños fuera del hospital y la vacunación infantil disminuyó un 30% durante el brote, aumentando así las muertes infantiles por sarampión y otras enfermedades prevenibles.
2.2. Sector agrícola
Teniendo en cuenta que sobre un 60% de todos los patógenos infecciosos para el hombre proceden de animales, los sectores agrícolas que participan en los brotes zoonóticos suelen sufrir repercusiones económicas muy importantes que no suelen valorarse en su justa medida. El 50% de las pérdidas de ganado notificadas a la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) se deben a la zoonosis y éstas tienen un porcentaje mucho mayor de sacrificio de animales (43% de las pérdidas de ganado) como parte del control de enfermedades en comparación con eventos no zoonóticos (6%).
Sin embargo, los incentivos para la producción de animales destinados a la alimentación incluya la prevención de enfermedades infecciosas suele estar relacionado con la importancia económica de la industria en el PIB nacional. Por ejemplo, muchos países en desarrollo que participan en el comercio agrícola tienen como prioridad la competencia, lo que da lugar a una menor inversión en infraestructura y protección, por lo que pueden no emplear medidas de bioseguridad correctas.
Pongamos de ejemplo a Arabia Saudita y el Yemen. Cuando sufrieron el virus de la fiebre del Valle del Rift, allá por el año 2000, los países árabes prohibieron las importaciones de animales vivos de al menos 9 países africanos, provocando el colapso total del mercado ganadero en Somalia. El 90% de los ingresos totales de Somalia procedían de la exportación de ganado, y la prohibición supuso pérdidas de más del 75% de las exportaciones y de más de 300 millones de dólares. Esto, cómo no, causó la inestabilidad social y financiera, una enorme pérdida de medios de subsistencia y de la seguridad alimentaria y, consecuentemente, una inestabilidad en el gobierno somalí, disminuyendo el PIB del país en un 25-36%.
Malasia también tuvo cierto protagonismo en el 1998, cuando el virus Nipah dio lugar a 283 casos de encefalitis en humanos y 109 muertes. El gobierno malayo se vio obligado a pagar 97 millones de dólares en concepto de indemnización por los más de 1 millón de cerdos sacrificados por el brote. Esto, a su vez, condujo a un coste adicional de 229 millones de dólares en costes indirectos (pérdidas fiscales y comerciales) y 136 millones para un programa de control de la bioseguridad. El consumo de las exportaciones de carne de cerdo se mantuvieron alterados a largo plazo y los impactos económicos en Malasia continúan hasta el día de hoy.
La industria de la cría de cerdos en las zonas más afectadas se derrumbó completamente, obligando a muchos criadores de cerdos a intentar meterse en otros sectores para los que no tenían formación. A estas familias les sobrevino, por lo tanto, un largo periodo de desempleo o subempleo y no han podido volver a su estado económico anterior.
En México, durante la pandemia del H1N1, simplemente la percepción pública del riesgo tuvo consecuencias costosas para la industria porcina del país; las exportaciones de carne de cerdo experimentaron disminuciones drásticas (como una reducción de > 60% a Japón), lo que provocó un déficit comercial de 27 millones de dólares a finales del 2009.
2.3 Turismo
Durante la época del SARS, en 2003, el turismo hacia Hong Kong se redujo en un 68%, sólo 2 meses después de que la OMS advirtiese sobre la epidemia. Las compañías aéreas de Asia sufrieron una pérdida de ingresos de 6.000 millones de dólares y en AMérica del Norte de 1.000 millones de dólares. El turismo de Singapur se redujo por encima del 70%, lo que provocó que Singapore Airlines pusiera a 6.600 miembros del personal de vuelo en “licencia no remunerada”.
A su vez, en la feria de Guangzhou, en China, se registró sólo un 12% de la asistencia en comparación con el año anterior. En Corea del ur, donde el MERS causó un breve brote en 2015, el número de turistas se redujo un 41% en pleno verano. Volvió a disminuir un 60% al mes siguiente.
El gobierno coreano, por lo tanto, perdió 10.000 millones de dólares y tuvo que realizar costosas campañas de turismo durante los siguientes años para animar a los turistas.
En México, un país - como España - donde el turismo es uno de los sectores más importantes, la gripe H1N1 causó un impacto de 2.800 millones de dólares, con una pérdida de un millón de turistas en un periodo de cinco meses debido a los temores de contagio.
Si los virus continúan propagándose de esta forma en naciones donde el turismo es un componente clave del PIB, como España, el impacto económico de estas enfermedades en las industrias turísticas probablemente aumentará significativamente.
2.4 Minoristas
Se estimó que la pérdida económica mundial por culpa del SARS fue de cerca de 40.000 millones de dólares, después de matar - al menos - a 800 personas e infectar a más de 8000. China informó de una pérdida del 0.8% del PIB en 2003, compuesta principalmente por pérdidas en los sectores del turismo, hostelería, viajes, restauración y minoristas.
Gran parte del impacto tuvo lugar en el temor de los consumidores, dada la facilidad de transmisión del virus en entornos públicos. Hong Kong, por ejemplo, tuvo un impacto del 2,6% en su PIB.
Las restricciones y cancelaciones de transporte afectaron a las industrias multinacionales como la del petróleo, cuya demanda se redujo en 300.000 barriles diarios en Asia. Además, el impacto económico más amplio del brote de Nipah en 1998 en Malasia se estimó en 582 millones de dólares. Las pérdidas afectaron a sectores indirectamente relacionados con la industria porcina (como la industria de piensos, que vio reducida su producción en unos 15 millones de dólares).
Se estima que 36.000 personas perdieron sus empleos en la industria porcina y una amplia gama de actividades comerciales como los servicios públicos y la industria inmobiliaria.
En Corea del Sur, por ejemplo, debido al brote del MERS y al temor al contagio así como la reacción exagerada por parte del Gobierno, se cerraron muchos eventos públicos y las actividades del día a día se sofocaron. Los sectores de alojamiento y alimentación vieron una caída del 10% en comparación con el año anterior. El sector del entretenimiento también se redujo en un 8,6% y los sectores de la comunicación cayeron en un 6,3%.
Sin embargo, la mayor cadena de supermercados de Corea del Sur, E-Mart, informó que sus ventas online aumentaron un 63% y Homeplus, la segunda mayor cadena, informó de un 50%. Esto, evidentemente, fue debido a que los consumidores no querían ir a las tiendas físicas.
Mientras tanto, industrias donde hay un alto porcentaje de empleo temporal (restaurantes, por ejemplo) se vieron afectadas por estos brotes, con una enorme pérdida de mano de obra.
2.5 Impacto ambiental
Normalmente, el daño a los recursos naturales y la contaminacón del medio ambiente suelen pasarse por alto en las evaluaciones económicas relacionadas con los episodios de enfermedades ya que no se consideran bienes mercantiles.
La demanda de recursos naturales puede aumentar durante las crisis socioeconómicas y esto conduce a un amento de la cosecha de vida silvestre y el uso ilegal de tierras protegidas. Por ejemplo, las medidas de cuarentena durante el brote del Ébola en el África occidental dieron lugar a la caza furtiva, tala de árboles y minería ilegal. Esto afectó negativamente a la protección de las zonas de captación de agua, a las reservas de animales ya los bosques.
2.6 Otros
La repercusiones de una pandemia sobre la población pueden entrañar, además, pérdidas psicológicas, profesionales y educativas.
Por ejemplo, de nuevo tratando el Ébola, unos 16.000 niños perdieron a sus padres, dejñandolos huérfanos y, consecuentemente, nesitando cuidados a largo plazo.
Además, el cierre de las escuelas durante 33 semanas había expuesto a los niños a varios tipos de abuso con repercusiones a largo plazo, como traumas emocionales, embarazos no deseados y abandono del sistema educativo.
3 Conclusión
Un análisis realizado por el Banco Mundial estima que las pérdidas económicas de seis grandes brotes de zoonosis altamente mortales entre 1997 y 2009 ascendieron al menos a 80.000 millones de dólares.
El Covid-19 todavía sigue diezmando la economía en muchos de los principales países, con consecuencias que - por lo de ahora - no podemos llegar a predecir con absoluta seguridad.
Lo que si podemos afirmar es que si los brotes mencionados anteriormente se hubieran prevenido, las pérdidas que podríamos evitar habrían sido de un promedio de 6.700 millones de dólares al año.
¿Cuántas pérdidas podríamos haber evitado con una preparación adecuada para el Covid-19? ¿Y tenemos una excusa para no habernos preparado?
Serie "Cosas de Macroeconomía":