Leo el informe epidemiología publicado por el Ministerio de Sanidad el 2o de Mayo de 2021 (www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/).
Se adjunta la siguiente tabla de mortalidad:
Analizando los datos me pregunto si ha sido necesario parar el mundo por este virus, cuando la letalidad se ha concentrado tan específicamente en un sector concreto de la población.
A muchos no les gusta comparar el COVID con el virus de la gripe, pero lo cierto es que quitando la franja de los mayores de 70 años, la mortalidad es semejante.
El caso es que con las medidas que se han tomado, generalizadas y completamente restrictivas, se ha dado un duro golpe contra la economía de los ciudadanos. Estamos viviendo como el precio de TODO se dispara, algunos de forma incontrolada.
Pero eso no ha sido todo, la "nueva normalidad" supone carencias en los servicios públicos, tanto estatales como locales. Resulta complicado contactar y obtener cita en organismos y ayuntamientos, para resolver asuntos fundamentales.
Y la peor parte quizá sea la que se ha llevado la sanidad. Las estadísticas indican cómo ha aumentado desproporcionalmente la mortalidad en enfermedades ajenas al COVID como las del sistema circulatorio y tumores (www.ine.es/prensa/edcm_2020.pdf).
Informe del SEOM (isanidad.com/179467/la-incidencia-del-cancer-en-espana-superara-los-27) indica: "No hemos podido detectar los casos que habíamos previsto para 2020. Principalmente, porque se cerraron temporalmente los cribados, por ejemplo, los de cáncer de mama y de colon".
No he encontrado ningún estudio específico al respecto, pero veo muy posible que los efectos de la economía relacionada con la salud a medio y largo plazo, y de las restricciones a los servicios públicos deriven en más muertes que las que el propio COVID ha producido y pueda producir. En cualquier caso es indiscutible que de haber centrado el plan de contención en el sesgo de mayores de 70 años, es cuando se habrían obtenido resultado óptimos. Evitar muertes en ese sesgo sin parar el mundo, con todas las consecuencias que esto está suponiendo para la humanidad en su conjunto.
Sin embargo parece que los planes de los gobiernos, al menos los occidentales, es continuar en la misma línea. Gracias, en gran medida, al beneplácito de una importante parte de la sociedad, que ve con buenos ojos las restricciones generalizadas, pese a ser conscientes de las consecuencias negativas que ellos mismos están sufriendo.