Y como diría Bárbol, no hay término élfico, en lengua Ent o de los hombres para describir el agradecimiento hacia tantas y tantas personas que vienen a pasar sus horas entre el fango, las casas destruidas, las montañas de vehículos destrozados y, más que nada, la tristeza, la angustia y la desesperación de las personas afectadas.
Porque entre horas entre el barro y más horas entre el barro tienen tiempo para estar con los vecinos, con los niños, con los más mayores, bromeando para animarlos, dándoles palabras de esperanza y, sobre todo, acompañarlos haciendo que no se sientan solos y abandonados como se están sintiendo por parte de las autoridades, con minúscula, responsables.
He visto voluntarios de, literalmente, cada rincón de España. Gente de países extranjeros. Gente que el primer día salió con lo puesto, cogió un avión o su vehículo particular y fue a València sin saber nada más que había que ayudar.
He coincidido con asturianos, madrileños, aragoneses, vascos, catalanes, andaluces… no quiero dejarme ninguno porque, repito, estaban todos. Coincidí con un canario al que le pregunté qué hacía tan lejos de su casa y su respuesta fue la que daban todos: se encogió de hombros y simplemente dijo que es lo que había que hacer. Que había gente que necesitaba ayuda, así que tomó un avión y se plantó aquí. Y ya está. No necesitaba más razones. Ningún voluntario necesitó más razones.
Por supuesto que no me olvido de la UME, Bomberos, Sanitarios, Protección Civil, Policía, Guardia Civil, de los soldados de los diferentes cuerpos militares... su ayuda ha sido y es inapreciable.
Mención especial para los jóvenes. La que nos decían que era la generación de cristal, indolente, hedonista, alejada del mundo real y solo preocupada por cosas superficiales ha resultado ser de adamiantum del bueno.
Y cuando se apaguen los focos, que lo harán más pronto que tarde, ellos seguirán ahí porque el trabajo que queda por hacer es inmenso.
Creedme cuando os digo, a los que no seáis de aquí, que las imágenes que os llegan por la televisión o internet, aun siendo terribles, no hacen justicia a la magnitud del desastre. Hay que verlo, y olerlo, para creerlo. Y llevará muchos meses para recuperar una cierta normalidad y años para que vuelva a ser lo que era. Y todo esto contando que mañana mismo, o la semana que viene, no se vuelva a repetir otro evento catastrófico que nos devuelva a la casilla de salida.
Y para todos ellos. Para los que vinieron y tuvieron que volver, para los que están ahora mismo, para todos los que van a venir en este puente festivo en vez de irse de vacaciones o tomar un merecido descanso a quitar barro, a ensuciarse para ayudar a gente que no conoce de nada, simplemente porque "es lo que hay que hacer"
Moltes gràcies.
Valencians en peu alcem-se, tots a una veu, germans vingau