Son palabras que se parecen mucho, significan cosas muy distintas, pero pueden tener una profunda relación.
A lo largo de estas últimas semanas llevo meditando una idea que no me saco de la cabeza. Cómo podemos vivir en un país en las que dos imágenes como estas pueden ocurrir a la vez.
España, incapaz de frenar el desperdicio alimenticio: tira al año 1.300 millones de kilos a la basura
fuente: el país, agosto de 2019 (pero ocurre todos los años, a todas horas, con una variedad absurda de productos)
Las colas del hambre
fuente rtve.es septiembre 2020.
Como os conozco, puntualizo que no me refiero a estás imágenes en concreto, estas fechas en concreto o estas noticias en concreto, sino la situación detrás de ellas. Una situación que ocurre cada día desde hace demasiado tiempo.
Como puede ocurrir que un país desperdicie la friolera de casi 28 kilos de comida por habitante al año y a la vez exista un porcentaje no despreciable de la población haciendo cola para poder comer. Es de locos.
No me voy a meter en temas de voluntades políticas, colores de partidos y discursos vacíos, porque es otro melón que hoy no voy a tirar a la cuneta, os pediría que hicierais lo mismo (jajajajaja, puto iluso). Aquí hablamos de nosotros como ciudadanos y nuestra humanidad. De por una vez dejarnos de partidismos inútiles y buscar una solución entre todos, porque estoy seguro que independientemente del incompetente vendehumos al que votéis, estas situaciones os preocupan tanto como a mi.
A mi de pequeño me educaron bajo la premisa de que la comida no se tira y de que hay que comerse las judías verdes porque hay niños del África subsahariana que se mueren de hambre. Y a la vez ahora de adulto, en pleno febrero puedo encontrar en el supermercado sandía cortada de Brasil a 1€ los 100gr en su envoltorio de plástico nada ecológico. El supermercado me lo ofrece, porque la gente lo compra. ¿Pero que mierdas nos pasa? Es de locos.
No os voy a dar la brasa sobre el modelo productivo, ni el consumo de cercanía, ni ecología, ni sobre el poder de las supermultinacionales y sus marcas omnipresentes, ni las problemas que acarrea la logística de alimentos perecederos, porque estoy convencido de que estáis saturados con información al respecto y si no lo estáis "just google it". Pero os voy a pedir un favor, no hagáis tonterías cuando vais a hacer la compra y sabéis perfectamente a que me refiero, es "increbible" el poder que tiene el consumidor cuando llena su carrito, haced uso de ese poder, podéis cambiarlo todo y es responsabilidad solo vuestra.
Ahora bien, no es responsabilidad solo vuestra.
Cada año se da "una cantidad obscena de dinero" (me encanta esta expresión) en subvenciones al campo y a los productores, subvenciones de todo tipo, desde plantar girasol que no se va a recoger, hasta pagar una cosecha perdida que de todas formas no se iba a vender. Productores que tiran miles de litros de leche y vino para subir el precio del producto o porque han superado una cuota impuesta desde cierto organismo regulador. Campos enteros de patatas pudriéndose al sol porque el precio de compra es 100€ la tonelada en vez de 70€. Y que luego te venden en el hipermercado 10 o hasta 100 veces más caro. Es de locos.
¿Pa qué?.... No estoy echando la culpa al productor, al ganadero o al empresario que no es más que el eslabón de una cadena, de una serie de catastróficas desdichas.
Dadle una vuelta, las patatas se pueden congelar, el vino dura años o se puede convertir en vinagre, la leche se puede deshidratar, los girasoles se pueden convertir en aceite, papel o biodiesel. Las sandías enviarlas a Brasil y venderlas a 6,69 reales brasileños los 100 gr en su envase poco ecológico..... vale no, esto de las sandías era broma, vamos a ser responsables con nuestros actos.
¿Qué tal si parte de esas subvenciones se utilizaran para obtener, procesar, conservar y distribuir esa absurda cantidad de alimentos que tiramos?
Crearía una industria fuerte en un sector como es la alimentación que dudo mucho que vaya a desaparecer en el corto plazo, la verdad, no veo a la gente muy por la labor de hacer la fotosíntesis para alimentarse aunque algunos se calcinen cada año en la playa... También crearía puestos de trabajo en la recogida, manufactura, distribución, puestos de trabajo a todos los niveles, desde el recolector al ingeniero que crea la maquina envasadora. Y además lo haría en la zona rural, cerca de la producción, ¡con la falta que hace! ¿Por que no subvencionamos eso en vez de campos que se pudren?
Se lo que estás pensando, sí tú, "subvencionar estatalmente la producción de bienes de consumo sería competencia desleal para con el resto de productores y afectaría a los precios de merc....". Para, no lo vamos a vender, vamos a ser humanos y lo vamos a regalar, lo vamos a regalar a quien lo necesita y que de todas formas no iba a comprar esa lata de la super marca mega guay que después de investigar una escalera de empresas, que poseen empresas, que poseen empresas, al final del todo resulta que el dueño es Nestle u otro de los 12 millonarios de siempre.
La intención es acabar con el hambre, las colas del hambre, el hambre del mundo, se envían toneladas de ayuda humanitaria que se compra con dinero de los impuestos y a la vez se subvenciona con dinero de los impuestos un montón de comida que acaba en el vertedero, pagamos dos veces por comida que regalamos y comida que tiramos, que ineficiente, no creo que os guste la ineficiencia.
Igual es un pensamiento muy utópico e incluso infantil, pero entre pagar por comida que se va a tirar y pagar por comida que al final se va a comer alguien... para mi tiene más sentido lo segundo.
Igual hay productos que exportándolos incluso obtienes algún beneficio, el vino, el aceite, somos productores de calidad reconocida en todo el mundo, otros países compran nuestra mierda para ponerle su etiqueta y venderla por ahí 4 veces más cara. Joder, que a algunos se les llena la boca con lo de "Marca España", que si lo hacen otros, lo podemos hacer nosotros, si nos estamos gastando el dinero igual.
Al final la historia es esta, existe la posibilidad de acabar con la inanición si somos capaces de acabar con nuestra inacción. Como ciudadanos, como consumidores y como seres humanos. El dinero y la comida ya lo estamos tirando, pero podemos hacerlo bien, debemos hacerlo bien.
Solo es necesario un poco de voluntad.