Porque V murió para nada. Porque todos somos payasos y los ricos se ríen de nosotros. Porque justo cuando decidimos seguirles la corriente y hacernos cómicos, dejaron de reírse. Nuestras ocurrencias no les hacen gracia. Ha estado bien que los rescatemos de la ciénaga de su propia corrupción con el dinero de todos. Pero eso de la justicia social les parece un broma de mal gusto.
El Joker no tiene un plan. Ha tocado fondo. No tiene nada que perder. Ni ideología ni bandera. Quizá por eso ha pasado la censura sin siquiera proponérselo. No ha necesitado asaltar una cadena de televisión. La desesperación no parece tan peligrosa como la indignación.
Hablo desde la mente del Joker. Quizá de su guionista. Pero es cierto, la locura está fuera. No es solo Gotham, el imperio se desmorona. A los ricos no les importa la gente como el Joker ni la gente como nosotros. Su libertad es nuestra esclavitud. Tienen el monopolio de la violencia y el de la información. Pueden descuartizar a un periodista en una embajada o canonizar a la banca después de desahuciar medio país. No molesta que los ricos sean tan buenos, es que en su modestia, pongan tanto interés en disimularlo.
Matar a los ricos. Es mejor que suicidarte, que descargar tu ira contra una mujer, tu hijo o el que está al otro lado de una frontera imaginaria. Es una manera de decir que existes. Los Wayne son ricos, lo tienen todo. El Payaso no tiene nada que perder. Un superpoder para cada una de las partes. Fue lo que el Joker descubrió cuando la bruma de los medicamentos se disipó y recuperó una letal lucidez. Fue después de que, retirado el presupuesto, los servicios sociales lo dejaran a la deriva. No existen los superhéroes. Batman es el sueño paramilitar de un niño rico, o de los niños pobres que hacen suyo el sueño del niño rico. El Joker no es un monstruo. Es el catalizador de una reacción en cadena. No es la causa de un mal social. Es su consecuencia. La violencia del Joker no sirve a un ideal, solo es subversiva porque transgrede el monopolio que tienen los ricos sobre ella. Señala mas allá de partidos únicos o bipartidismos. La violencia sorda de la desigualdad social, supera el muro de contención que es el enfrentamiento entre pobres.
El Joker no es V de vendetta. Tienen en común usar la ficción para hablar de la realidad. Es el producto de una sociedad donde solo se entiende la reivindicación de la justicia social como trastorno mental o delito. Donde cada vez resulta mas impresentable el rico como héroe y el pobre como criminal. Porque cuando el payaso no sueña con ser rico se convierte en algo peligroso, inmanejable e inquietante. El Joker nos recuerda que los villanos solo eran eso, desposeídos habitantes de las villas, a distinción de nobles e hidalgos.