Desde hace unas semanas, menéame se ha convertido en, como a muchos les gusta llamar, Casadoameamé, como antes fue Ayuséame.
No solo menéame, las redes sociales de la izquierda, los programas de TV de la izquierda (los pocos que hay) están día tras día sacando en primera plana, retuiteando, subiendo artículos con las mil y una paridas que diariamente suelta Pablo Casado.
Como ya pasó con Ayuso, se tiende a tomar como "tonto" a Casado porque dice tonterías, como si correlación implicara causalidad. No, ni Ayuso ni Casado son tontos, ni dicen lo que dicen porque sean tontos. Tontos somos los que en lugar de ignorarlos los convertimos en personajes que están todo el santo día en los medios, redes sociales, etc. haciéndoles de altavoz gratuitamente.
Casado nunca ha sido santo de mi devoción, y ya se le veían costuras cuando soltó aquello de "los carcas de la izquierda y las fosas de no se quién", algo que por otra parte, en un país normal debería desacreditarlo para llegar a ningún puesto importante en el país, pero aparte de eso, hasta no hace tanto, sus meadas fuera de tiesto eran bastante menos habituales, incluso tiene discursos serios que parecen de una oposición más o menos sensata (recordemos su alegato contra VOX). También podríamos decir lo mismo de Ayuso, quién aunque ha estado menos expuesta al público general antes de ser candidata a presidenta, se le conoce alguna intervención (por ejemplo en el programa de Iglesias en la Tuerka), donde parecía hablar con bastante mesura.
Por tanto, esto debería ser suficiente prueba para saber que la inconteninencia de tonterías, barbaridades, bulos, medias verdades, zafiedades a la que estamos expuestos a diario, primero por Ayuso y ahora por Casado responde a una estrategia totalmente premeditada. Y es, por otro lado, una estrategia que probablemente venga importada de EE.UU., a las pruebas de Donald me remito.
Cuando estos actores políticos han empezado a utilizar la estrategia del desvarío constante no es porque se hayan vuelto locos, es porque buscan, lo primero, que se hable de ellos, estar en el candelero de manera constante, da igual que sea para bien o para mal, lo importante es que se les conozca. Mucha gente vota simplemente al que conocen, ya puedes ser el mejor político o gestor del planeta, que si eres poco conocido no te comeras un mojón. La izquierda, por tanto, le está haciendo un favor.
En segundo lugar, hay que contar con que tienen el apoyo de buena parte de los medios de comunicación, medios que llegan a un público masivo, y que dichos medios no se dedican, como deberían, a cuestionar cada una de las tonterías que dicen, sino que les dan campo abierto para que las prediquen sin que nadie las cuestione. El público de menéame, el de twitter de la izquierda o el del intermedio, probablemente es consciente de los bulos y tontadas que dicen, pero un grueso de la población ni tiene medios, ni tiempo ni ganas de contrastar cada una de estas chorradas que dicen constantemente, por lo que les sirve, con su populismo mentiroso, para tocar la fibra de mucha gente que ya viene empapada del discurso destructivo de la derecha (Vox y PP) del "estamos en quiebra", "comunismo", "España se rompe" y mierdas así.
Por tanto, Casado y Ayuso cuentan perfectamente con la reacción que su discurso tendrá en la izquierda, y saben que en parte eso ayudará a movilizar a los más ideologizados o los más informados políticamente contra ellos, pero es un precio que creen asumible si les lleva a, primero afianzar a los suyos, muchos de los que ya estarán lobotomizados, y segundo, a llegar a los menos politizados, o los menos informados, o los que sólo beben información de determinados medios pero sin saber que están siendo manipulados.
Por eso yo invito a toda la izquierda, o toda la gente que considera indigno y muy poco democrático toda esta política trumpista que estamos viviendo en este país a no contribuir a difundir sus mensajes, aunque sea para criticarlos, porque viendo lo que pasó en Madrid, o lo que ya pasó en EEUU, creo que sirve de poco.