No es Biden, es Kamala, idiota

A ver.

Biden ya es Presidente de los EEUU. Queda muy bonito en los medios un poco de emoción para ganar audiencia, pero ya tiene los 270 votos electorales en el bolsillo.

Por cierto, clavé mis pronósticos para 19 estados. La victoria de Trump en Texas, la de Trump en Florida...

¿Sabéis qué ha hecho perder a Donald Trump las elecciones? Su puta prepotencia. Con mantener un estado tradicionalmente republicano y con un porcentaje de población latina considerable, habría bastado. Lo tenía hecho hace meses.

Pero tenía que insultar al hombre más querido y admirado de Arizona. John McCain, o su recuerdo, o su Karma, o lo que queráis creer, ha hecho perder las elecciones a Donald Trump.

La pregunta ahora ya no es si va a ser presidente Biden o no. Va a serlo. La pregunta es otra. ¿Durante cuánto tiempo?

Vamos a decir la verdad, esta momia del Viejo Sur nacida entre algodones y privilegios, con un hijo corrupto, adicto a las drogas y amigo de mafiosos del Este, no gusta a nadie.

Seamos sinceros. Lo hemos tragado para que se fuese Donald Trump. Pero ahora sobra. La que nos gusta es Kamala Harris.

Francamente, si algo puede cohesionar EEUU y curar la herida racial es una presidenta negra y conservadora (venga, no me digas que te habías creído a Trump cuando la acusaba de socialista).

Como lo veo yo, tenemos una presidenta que puede cambiar muchas cosas para bien, y un niño rico que ha hecho su carrera política entre los demócratas segregacionistas del Sur muy mal envejecido.

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No sé cómo decirlo. A la naturaleza a veces hay que echarle una mano. Que jure el cargo, renueve los muebles del despacho oval, haga alguna fiesta y quizá un par de viajes para que se vaya con esa ilusión. Pero luego lo quiero fuera.

No sé cómo, una tos coronavírica con esputos en la cara (es muy besucón), una amiga del hijo que le lleve las arterias del corazón al límite, o un empacho o vudú.

Pero lo quiero fuera.

Hágase. Cúmplase.

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