Ayer @Amperobonus publicó un artículo sobre la música clásica primitivista, es decir la que combina un lenguaje musical moderno, a menudo percusivo, con la temática de las culturas antiguas: sus mitos, ritos, tradiciones y folklore musical, que os recomiendo leer si queréis saber más sobre ella. Las obras más conocidas de este estilo son el ballet La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, y la cantata Carmina Burana, de Carl Orff. Pero hay muchas obras más así, y he pensado en hacer una lista de 10 composiciones primitivistas menos conocidas de otros tantos compositores que merecen la pena, que espero que muestre cómo este estilo se fue extendiendo por todo el mundo y cómo fue evolucionando musicalmente. Están ilustradas con audios de la obra completa, o un movimiento de ella.
Sergei Prokofiev - Siete, ellos son siete (1917)
Menos conocida que la Suite escita (su respuesta a La consagración de la primavera), que también es un imprescindible del estilo. De las obras de esta lista ésta es la única con coro, y adapta un poema que evoca un rito acadio para repeler dioses destructores (se suele especular con que podrían ser una metáfora de los bolcheviques; Prokofiev se exilió en cuanto pudo). Es una obra de sus obras más violentas, justo en un momento en el que estaba suavizando su estilo de enfant terrible (es contemporánea de la Sinfonía clásica, quién lo diría):
Erwin Schulhoff - Ogelala (1922)
El argumento de este ballet es similar al de la ópera Salomé, pero la música es más del estilo de La consagración de la primavera, pero con una exuberancia propia de su ambientación inca y una cierta ironía propia del modernismo de los años 20. El clímax es digno de un concierto para percusión (y es un género que aún no existía, creo que el primero fue el de Milhaud y es unos años posterior), todos los instrumentos de la sección tienen momentos de lucimiento:
Edgard Varèse - Arcana (1927)
De las cuatro obras de la lista anteriores a la Segunda Guerra Mundial, ésta es la más vanguardista. Está inspirada en el imaginario de la alquimia medieval, y aunque eso se sale un poco de la tónica de este tipo de obras en todo caso musicalmente es un paradigma del primitivismo.
Silvestre Revueltas - Sensemayá (1937)
De las diez, ésta es la obra que se toca más a menudo, aunque sin llegar a ser una obra común en los auditorios fuera de Latinoamérica. Más radical que el otro clásico popular primitivista de la música clásica mexicana, la Sinfonía india de Carlos Chávez, evoca in crescendo un rito arcano caribeño para matar una culebra. La noche de los mayas, más extensa, es otro clásico del estilo.
Olivier Messiaen - Cantéyodjayâ (1949)
Precaución, aquí entramos ya en la música de vanguardia. Pero Arcana ya la anticipa, y si no os dio dolor de cabeza no creo que nada de lo que viene a partir de aquí lo haga. Es una obra para piano a modo de mosaico de secuencias breves, a base de ritmos hindúes intrincados y percusividad bartokiana.
Giacinto Scelsi - Suite para piano nº 8, "Bot-Ba" (1952)
Más música para piano (más solemne pero más percusiva si cabe), por el compositor italiano underground por antonomasia. A partir de los años 50 la mayoría de su música evoca culturas antiguas, a menudo con una violencia considerable. En este caso se inspira en los monasterios y los rituales tibetanos.
Akira Ifukube - Sinfonía Tapkaara (1954)
La obra de postguerra más "amable" de la lista, inspirada en las tradiciones de la pueblo ainu, en las que algunos compositores japoneses encontraron tras la Segunda Guerra Mundial unas raíces culturales desligadas del pasado imperial. El finale es, como es habitual en las sinfonías "populares", una danza.
Iannis Xenakis - Antikhthon (1971)
Lo curioso de Xenakis es que su música está muy vinculada a la arquitectura y las matemáticas, y lo previsible sería que fuese una música abstracta, pero a menudo tira por su uso en la Grecia antigua para conocer el planeta o el cosmos, y de ahí le viene el componente telúrico, que se traduce en primitivismo musical. Esta obra está inspirada en un concepto heliocéntrico pitagórico.
Alberto Ginastera - Popol Vuh (1975-83, inacabada)
Volvemos casi medio siglo después a Latinoamérica con su gran obra inacabada, que recrea el mito maya de la creación del mundo. Pero Ginastera completó siete de los ocho movimientos planeados, y ya sea el último de ellos el epílogo previsto o el preludio de un desenlace inexistente (¿una apoteosis final tal vez?), tal como quedó la obra, el resultado es más que satisfactorio.
Galina Ustvolskaya - Sinfonía nº 3, "Jesús, Mesías, ¡sálvanos!" (1983)
Comenzamos en la Rusia revolucionaria y terminamos en los albores del ocaso de la Unión Soviética. Esta compositora era fervientemente religiosa, y su música entre gélida y brutal, prácticamente inédita hasta la Perestroika, es conocida por estar en las antípodas tanto de los cánones culturales soviéticos como de las convenciones de la música religiosa. Sus sinfonías son en realidad cantatas de cámara, más similares a Siete, ellos son siete (salvando las distancias y el despliegue instrumental) que a una sinfonía. Una especie de plegarias ortodoxas arcanas, con unos cuantos instrumentos acompañando ritualmente a un cantante o recitador, que en este caso no para de repetir angustiado "Jesús, Mesías, sálvanos. ¡Sálvanos!"