A los romanos les encaba el color. Podemos ver esto en los innumerables frescos de las muy conocidas ciudades de Pompeya y Ercolano, las cuales nos han legado un numero impresionante de pinturas. Para los romanos, sus fuentes colorantes no estuvieron limitadas por lo que la naturaleza proporcionaba en su estado puro, si no que modificaban los colores de los pigmentos por calcinación. El caso mas amplio es la transformación de amarillos y ocres de hierro en rojo, de lo cual Vitrubio hace mención:
"<<Usta>>: es muy necesaria y se fabrica sin gran dificultad. Pues si cueces en el fuego tierra de ocre bueno y la enfrías después vertiendo vinagre muy fuerte, una esponja mojada (en este líquido) dará un color purpúreo. Si la reduces a polvo resulta la <<usta>>"
Ejemplo de calcinación de limonita/goethita. Este ejemplo es rudimentario y no controlado.
El rojo, aunque sea un cliché, es el color principal de la paleta romana, y empleado en muchos fondos de frescos, así como en escudos. En otras ocasiones se recurre la sinterización de pigmentos desde 0, caso del azul egipcio, técnica que ellos aprendieron de los egipcios, o de pigmentos de innovación propia, como recoge Plinio en su libro XXXV sobre nuevos pigmentos creados por diversos artistas según cita:
"Nicómaco y Parrasio fueron los primeros en servirse de la creta blanca de Eretria, Polignoto y Micón obtuvieron por primera vez un pigmento negro con el orujo de uva, Apeles preparó el negro de marfil, Nicias empleo por primera vez el minio de plomo.".
Una frita de azul egipcio de fabricación romana hallada en Moraleda de Zafayona, Granada, España.
Como vemos, la innovación y el desarrollo de mejores colores fue un motor en el arte romano, a fin de superar problemas relacionados con la disponibilidad o las propiedades de otros pigmentos (saturación, luminosidad, poder cubriente, resistencia ambiental). Sin embargo, la amplia gama de colores de los que llegaron a disponer los artistas romanos se volvió en su contra. Vitrubio, Plinio y Petronio hablan de manera contundente sobre lo que para ellos era la decadencia de la pintura romana, mas centrada en el abuso del color que en la técnica, sucumbiendo a las modas pasajeras y a la fantasía en lugar de plasmar la realidad, puntos alejados de las teóricas clasicistas heredadas de los griegos. Plinio se lamenta:
"Con sólo cuatro colores, el melinum para los blancos, el sil ático para los amarillos, la sinopis del Ponto para los rojos, y el atramento para los negros, Apeles, Echion, Melanthius, Nicómaco, ejecutaron obras inmortales; pintores tan célebres, que sólo uno de sus cuadros era comprado por el precio de tesoros de ciudades".
La paleta griega era tetacromática, compuesta por los colores descritos en el pasaje de Plinio: blanco, amarillo, rojo y negro. El azul quedaba descartado por connotaciones filosóficas relacionadas con la noche, la muerte y las tinieblas.
Las quejas de Plinio sobre la pintura decorativa y el abuso del color no quedan aquí:
"Terminemos primero aquello que aún nos queda por decir sobre la pintura, arte antes ilustre, cuando los reyes y los pueblos lo codiciaban, e ilustraba a aquellos que se dignaban ser recordados con su imagen para la posteridad. Pero hoy ha sido completamente expulsado por el mármol, e incluso por el oro. Ya ni los entrepaños de mármol nos gustan, ni aquellas porciones de montañas que la sierra extiende en nuestros dormitorios; nos hemos puesto a pintar incluso las piedras".
"Hoy que la púrpura se emplea para pintar las murallas, y la India nos envía el lodo de sus ríos (14) y la sangre de sus dragones y elefantes, la pintura no da ya más obras de arte. Por tanto todo iba mejor cuando los recursos eran menores. Sí, así es, porque como ya dijimos más arriba, se fijan en el valor de la materia, y no en el del genio".
Petronio, en el Satiricón, narra un diálogo entre Encolpio y Eumolpo:
"- Le pregunté a qué causas atribuía la decadencia de las bellas artes en el presente siglo, sobre todo en cuanto atañía a la pintura.
- El amor a las riquezas -me contestó- ha producido este triste resultado. En tiempo de nuestros antepasados, cuando sólo se honraba el mérito, florecían las bellas artes y los hombres disputábanse a porfía la gloria de transmitir a los siglos venideros los descubrimientos útiles. Demócrito, Hércules de la ciencia, destilaba el jugo de todas las plantas conocidas y se pasaba la vida haciendo experimentos para conocer las propiedades de vegetales y minerales. Eudoxio envejeció en la cumbre de una montaña para observar lo más cerca posible los movimientos del cielo y de los astros. Crisipo tomaba eléboro tres veces para purificarse el espíritu y prepararlo a nuevos descubrimientos. Y, volviendo a las artes plásticas, murió Lisipo de hambre, ocupado solo en perfeccionar los contornos de una estatua, Y Mirón, que infundió en el bronce el alma humana y el instinto animal, no encontró heredero. Sumidos nosotros en el vicio y en la embriaguez, no nos atrevemos ni a elevarnos al conocimiento de las artes inventadas en otro tiempo: detractores de lo antiguo, no conocemos más ciencia que la disolución, de la cual somos ejemplo y precepto vivientes. ¿Qué se hizo de la dialéctica? ¿Y la astronomía? ¿Y la moral, camino recto de la sabiduría? ¿A quién se ve hoy entrar en un templo, invocando a los dioses para alcanzar la perfección de la elocuencia o para descubrir los ocultos manantiales de la filosofía? Ni siquiera se le pide la salud. Mira a esa muchedumbre que se encamina al Capitolio: antes de llegar al umbral del templo, uno promete ofrendas, si se le muere un pariente rico; otro, si descubre un tesoro; otro, si antes de morir llega a juntar algunos millones de sestercios.Al senado, al mismo senado, árbitro del honor y de la justicia, le hemos visto ofrecer a Jupiter mil marcos de oro, y así parece despertar la avaricia ajena, puesto que intenta atraerse el favor del cielo a fuerza de dinero. No te asombre, por consiguiente, la decadencia de la pintura, ya que dioses y hombres ven con más gusto una barra de oro que todas las obras maestras de Apeles y Fidias y demás griegos locos, como ellos los llaman"
Vitrubio también hace mención sobre esto:
"Los antiguos no buscaban ni estimaban más que el talento del artista y la perfección del trabajo, mientras que hoy se estima una sóla cosa: el brillo de los colores. La ciencia del pintor no cuenta para nada, y no se aprecia más que el gasto realizado por el que encarga el trabajo: se sabe, por ejemplo, que los antiguos dosificaban el minium como droga muy rara, y en el presente se recubre con éste murallas enteras; se emplean con la misma profusión la crisocolla, el color púrpura y el azur (16). Las pinturas realizadas con estos colores, aun sin arte, no dejan de tener mucho esplendor; pero son tan caras que las leyes han ordenado que no sean en absoluto suministradas por los pintores, sino por los que realizan el encargo".
Los pigmentos mas luminosos y mas saturados eran los mas demandados, pero también los mas caros. Plinio los denomina floridi, entre los cuales entrarían, entre otros, el azul egipcio, el cinabrio (el minio romano), el minio (nuestro minio rojo de plomo), realgar, oropimente, crisocola, purpurissum, armenium, etc, mientras que el resto los denominaba austeri, es decir, los pigmentos comunes, entre los que entrarían los compuestos a base de óxidos de hierro, tierras verdes, cretas, tizas, almagras, etc. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar, los colores floridi no eran siempre los mejores o, incluso, aptos para según que técnicas. El minio (el romano, es decir, el cinabrio), por ejemplo, se torna negruzco con el tiempo debido a las condiciones ambientales. De esto Vitrubio nos deja un texto:
"Cuando, pues, el bermellón, por el abandono del azogue ha perdido su vigor natural, se vuelve naturalmente tierno y débil. Asi que, cuando se le utiliza para los enlucidos de habitaciones cerradas, mantiene sin alterarse su color. Pero empleado en lugares abiertos, como son los peristilos, las exedras y otros semejantes, en los que los rayos del Sol y de la Luna pueden penetrar, el bermellón se altera, pierde pronto la viveza de su color y se ennegrece.
Eso les ha ocurrido a muchos, y especialmente al escribano Faberio, que habiendo querido tener en el Aventino una casa elegantemente decorada, hizo pintar todas las paredes de los peristilos y galería con bermellón(minium); y éstas, al cabo de treinta días, tomaron un tinte feo y desigual, por lo que se vio obligado a aplicar sobre aquél otros colores."
Este efecto ha sido apreciado por los arqueólogos modernos en excavaciones realizadas en Ostia en la Schola de Trajano.
Tras un año, cifra mayor a la dada por Vitrubio, el cinabrio comienza a desarrollar manchas negras, cada vez más amplias.
Y después de todo esto, en realidad parte sus quejas tienen razón. Supongo que desde el lado del artista (cosa que no soy), el color es solo un recurso y que el mejor recurso de tu obra sea el empleo de los mejores colores en lugar de los elementos mas fundamentales que componen el arte, como la técnica, la ejecución, el color (en una manera de entenderlo orientada a la de Plinio y Vitrubio), etc, resulta en una obra mediocre, o por lo menos, en algo que no destaca por las cualidades que debería destacar. Plinio y Vitrubio se alegrarían de saber que mi empleo de los colores se limita a los austeri, aunque la verdad, la razón es el alto coste de los colores floridi. Por fortuna no seré objetivo de sus criticas.
He tratado de no hacer algo infumablemente largo, por lo que tuve que recortar mucho. Ilustraré, si me lo pedís, algunos de estos minerales o pigmentos en los comentarios.
Fuentes:
- Polibio, Historia Naturalis
- Vitrubio, los diez libros de arquitectura
- Petronio, Satiricón
- María Arjonilla Álvarez, Introducción al estudio de los pigmentos de naturaleza mineral empleados durante la época romana
- Julio M. Román Punzón, Elena Navas Guerrero, Consideraciones acerca del hallazgo de un fragmento de pigmento mineral "azul egipcio" en el yacimiento del Cerro de la Mora (Moraleda de Zafayona, Granada, España)
- Vanessa Terrapom, Hamdallah Bearat, A study of cinnabar blackening: new approach and treatment perspective
- Y otros tantos que no recuerdo que papers eran