La convocatoria sorprendió enormemente a los medios de comunicación, que llenaron el sala de prensa del IFEMA madrileño. Los dos líderes políticos ocuparon sus asientos con gesto distendido. Luego, tras los saludos de rigor a los periodistas, y de pedir permiso a su compañero de mesa, empezó Pablo Iglesias.
-Gracias a todos por haber acudido. Vamos a ser tan breves como breves son los temas en que Podemos y VOX coinciden. A nadie se le oculta que nuestros dos partidos no pertenecen al mismo espectro político, ni comparten casi nada en el modo de ver la política...
-Ni la política ni el mundo en general -apuntaló Abascal con media sonrisa.
-Sin embargo- siguió Iglesias- los partidos tradicionales y esa especie de sucedáneo naranja que les hace de palmero, siguen dando la espalda a los problemas reales de la gente. Así que ahora que comienza el invierno y se nota de verdad que el mayor problema de muchas personas es encender la calefacción, queremos convocar una manifestación. todos los sábados, delante de las sedes y oficinas de las empresas eléctricas para protestar por ese atraco del que todos somos víctimas. ¿Santiago? -invitó a seguir al líder de Vox.
-Gracias Pablo. Fuera de nuestras diferencias, de todos conocidas, tanto el programa de Podemos con el de VOX recogen la necesidad imperiosa de nacionalizar la electricidad y racionalizar su precio para que los españoles no sufren el azote de ese abuso. Las empresas eléctricas eran nuestras, y las vendieron. Los recursos que emplean, son nuestros y reparten su rendimiento en forma de dividendos. PP, PSOE y Ciudadanos, miran para otro lado. Los nacionalistas están a lo suyo, que consiste en que todo empeore para cargarse así de razones contra España. Hay que salir a al calle y hay que salir ya para frenar ese abuso. Todos los sábados, a las ocho de la tarde, delante de las sedes y oficinas de las compañías eléctricas. Cada cual de la suya, de la que haya en su pueblo o su ciudad.
-Esto ya no va de fascistas y rojos. Va de quiénes están los consejos de administración de esas compañías y de quiénes no estamos y nos preocupamos de problemas reales -secundó Iglesias.
Una periodista treintañera y con gafas levantó la mano:
-¿No está usted blanqueando a la ultraderecha, señor Iglesias? - preguntó.
-Esta vez no nos vamos a dejar distraer con esas cosas. Este sábado, a las ocho, delante de la sede de Endesa nos vemos. ¿En Diego de León?
-O en Ribera del Loira -dudó Abascal.
-¿Qué cree que opinarán sus votantes, señor Abascal, de esta sorprendente alianza con la extrema izquierda? -preguntó un periodista cuarentón y barbudo.
-No es una alianza. En lo demás, seguiremos cada uno en su lado de la calle , defendiendo cada cual sus posturas. Pero esto es una emergencia, y nuestros votantes lo son precisamente, porque creen que cada día estamos más en estado de emergencia.
Surgieron una docena más de manos levantadas, pero Iglesias y Abascal se levantaron de la mesa.
-El sábado a las ocho. Allí seguimos hablando - recordó Iglesias, más acostumbrado a los micrófonos.