Soy catalán, vivo en Catalunya y confieso que durante muchos años fui un ferviente constitucionalista. Ya está, ya lo he dicho: FUI UN FERVIENTE CONSTITUCIONALISTA DURANTE UN PORRÓN DE AÑOS. Hastiado por el machaque de baja intensidad Pujolista que duró 23 años (¡¡23 años!!) ser ciudadano español contrarrestaba al país perfecto, conservador y castrador, donde 'nosaltres el catalans' vivíamos supuestamente felices mientras CiU trincaba el 3% o 4% de todas las grandes licitaciones que se hacían en el país. La constitución, el PSOE, el Madrid atrevido de la Movida suponían una vía de escape para los que hubiéramos querido que en nuestra querida Catalunya, en vez de sonar todo el dia en las radios locales los Pets i Sau hubieran sonado más 'El último de la fila' y el Gato Pérez.
Todo cambia cuando en 1996 se produce en Madrid un cambio de gobierno: Aznar llega al poder sin mayoría absoluta pero con el apoyo de Pujol a cambio de cuatro prebendas que se concretan en el llamado Pacto del Majestic. En aquel momento empieza a serme más incómodo sentirme tan constitucionalista: la constitución poco a poco va dejando ser la ley 'máxima' aperturista que nos alejaba de la dictadura franquista para ser un texto que el estado interpretaba de forma estricta, apuntalando cuando fuera necesario esa visión restrictiva mediante la interpretación, aun más restrictiva si cabe, del tribunal constitucional. Ser constitucionalista ya no mola. Nada.
Con la llegada de Pasqual Maragall, presidente de la Generalitat de 2003 a 2006, llega una oportunidad para desbordar las lecturas más restrictivas de la constitución mediante un nuevo estatut. La LOAPA había podado ya el estatut anterior, y Pasqual supo identificar esa oportunidad. Tras años y años de debates, negociaciones, promesas zapateriles con posteriores podadas de Madrid y tras un largo referéndum se aprueba dicho estatut. Los que no vivís en Catalunya no lo recordaréis, pero los que vivimos aquí sí, y fue ¡AGOTADOR! El acuerdo final alcanzado parecía ser satisfactorio para todas las partes, a pesar de que se había podado bastante el texto original. ¿Era satisfactorio para todas las partes? No, para todas no... El PP decide recurrirlo al Tribunal Constitucional en 2006. Inaudito. De nuevo, el PP se luce utilizando a la justicia para imponer una visión restrictiva de nuestra ley máxima.
¿Cómo voy a poder seguir siendo constitucionalista, si sólo se invoca a la Constitución para restringir derechos, penar referendums, castigar a políticos, limitar o suprimir leyes catalanas? Si una ley se implora (por parte de unos pocos) sólo para cercenar derechos y libertades, como quieren que los ciudadanos que la sufren ("la pateixen") la quieran?
¿Qué nos queda a los que antaño fuimos constitucionalistas? En mi caso he pasado del Constitucionalismo progre por el independentismo, para acabar recalando en el republicanismo español, que no el fantasioso y mágico republicanismo catalán. No soporto el Processisme (independentismo burgués languideciente, de baja intensidad,"no sea que vaya a haber una revolución de verdad"...) y creo, ingenuo de mí, que la única salida a todo este embrollo es una tercera República española.
Será difícil, sin duda, alumbrar una tercera República. Pero destronar a un borbón será sin duda más fácil que separar a Catalunya del resto de España. Por mucho que manipulen la historia de Catalunya, la triste realidad es que con sus luces y sombras (más sombras que luces) la historia de Catalunya ha estado ligada a la de Castilla desde hace muchos siglos. Y cuando venga la próxima crisis económica, el sistema que se resquebrejará será sin duda el constitucionalista español. Y allí, en esa nueva constitución, en esa nueva España donde ya no habrá reyes y vasallos sino ciudadanos, estoy seguro que los catalanes podremos tener de nuevo un sitio.
Visca la Tercera República!!!