Pues eso, como es verano y estoy poniéndome rocoso me entraron ganas de darme un homenaje con una buena pizza carbonara familiar, de esas grandes con masa gruesa como muros de hormigón armado pero cuando me quise dar cuenta estaba ya en casa sin pizza.

Al final he comido una tortilla con una torrada de pan y un poco de fuet, nada del otro mundo.

La vida es injusta.