“Ya saben que es la hora de salir”, dice Violeta García, una asturiana que aprendió a hacer queso con maestras queseras de Montaña Blanca. Fanny es la última en un sprint de cuartos traseros que levanta una polvareda de western en el barranco de Los Castillos (Haría, Lanzarote). Treinta y una cabras corren hacia un cercado donde les espera un almuerzo de brócoli fresco, provisto por la vecina finca ecológica Las Rosas, que a cambio recibe suero de leche y estiércol. Es el ancestral y recuperado trueque.