Para entender esta historia hay que saber de mí que soy una persona absurda y que no sé mentir, me pongo muy nerviosa y empiezo a decir incongruencias.
No tengo muy claro cuantos años tenía, calculo que entre los 21 / 23 años. Sé que era un día por semana, y es importante porque este hecho desencadenó el momento más bochornoso de mi vida.
La noche anterior al suceso había estado jugando al call of duty hasta bien entrada la madrugada y fumando porros como si no hubiera un mañana.
En aquel entonces nuestra unidad familiar éramos, mi pareja, el gato y yo. Fueron los otros dos integrantes de la casa los que me metieron en el jaleo...
(Arriba el gato, Belcebú, el inocente causante del drama)
Belcebú en aquel entonces estaba malín, habíamos ido varias veces al veterinario y aquella horrible mañana del día B (de bochorno) a eso de las 12.00 o las 13.00 yo seguía inconsciente en la cama. Desde la lejanía oí como alguien llamaba al móvil. Desde esa distancia física y mental también oí a mi en aquel entonces pareja contestar.
Pude escuchar parte de la conversación:
-No ahora no se puede poner. Tuvo turno de noche y aún duerme. Si, no hay problema llevamos a bú por la tarde.
Yo no tenía trabajo en aquel entonces y bien sabíamos los dos que yo estaba durmiendo la mona. Nunca jamás entenderé porque en el universo dijo eso... Supongo que vergüenza de tener que explicar la realidad (nunca lo sabremos y no creo que una ouija nos solvente el problema)
El caso es que yo semiinconsciente entendí que era la veterinaria y que si por un casual me preguntaba de que curraba yo tendría que responder para seguir la mentirijilla de mi pareja. Lo primero y único que pensé fue: turno de noche enfermera. No enfermera no que son profesiones más menos relacionadas. Vaaaa no me va a preguntar... (y me volví a sobar)
Salto de la historia hasta la clínica veterinaria. Llegamos con el gato, a mi se me había olvidado lo del turno de noche. La veterinaria mira al gato y lo examina y yo al borde del colapso porque soy aprensiva; el olor a antiséptico, el gato miagando, jeringas (toooodo mal) en este trajín la veterinaria pregunta:
-¿y de qué trabajas?
-Soy enfermera
La peor respuesta jamás dada en el universo... Mi pareja me miró con los ojos desorbitados y yo ya no pude parar. Me entraron sudores fríos, nerviosismo y verborrea. Así que le conté a esa señora "mi vida" como enfermera.
Mi pareja, blanco como el papel, me miraba y negaba con la cabeza, gesticulaba "callate de una puta vez"¡¡¡ y yo no podía!!!
Llegados al final de mi innecesaria explicación de mis supuestos estudios universitarios. La veterinaria me dice:
-ah, pues entonces genial que seas enfermera. Hay que ponerle estas inyecciones durante una semana a bu. Mira te enseño como.
Y ahí fue cuando inplosioné del todo y al borde del desmayo empecé a desbarrar otra vez.
-uy no, mejor no. Porque cuando el paciente es conocido me da aprensión y hacerlo a desconocidos no importa. Y además no es lo mismo un gato que un humano.
Ella me miró raro pero no dijo mucho más. Nos fuimos con las inyecciones y según se cerró la puerta mi pareja solo dijo:
-¿por qué?
-no lo sé joder, me puse nerviosa.
-pero porque no dijiste que eras camarera, celadora, guardia de seguridad ¿Enfermera? ¿En serio?
-¡No lo sé! Yo no puedo vivir así y el puto gato malo y hay que volver, arréglalo por favor.
Asi que con las mismas y un minuto después de haber salido, mi pareja entró y le dijo a la veterinaria:
-oye que era mentira que no es enfermera.
Ella no respondió y nunca más se volvió a hablar del tema en aquella clínica. Yo volví varias veces con dignidad hasta el último día de vida del gato. Mi pareja me empezó a llamar la doctora.
Solo él, un amigo y yo conocíamos los terribles acontecimientos. Estuve años sin poder hablar del tema. La primera vez que confesé fue en un tren destino a Catalunya unos 4/5 años después del suceso del día B.