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Condenados (1953), de Manuel Mur Oti
Condenados (1953), no desmerece en brillantez. Nos introduce en la atmósfera abrasiva, arrastrada, como si se mantuviera en constante suspenso el percutor, por eso su resolución no puede tener lugar sino en una calera, porque los sentimientos, para el trío protagonista, son como cal viva ardiendo dentro de sus entrañas, y no puede ser liberada sino con la violencia. Esa secuencia inicial nos muestra a otra mujer, Aurelia (Aurora Bautista), sola, en un inmenso paisaje, árido, como si fuera un exilio al que hubiera sido apartada.
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