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Reseña de "Un condenado a muerte se ha escapado" (Robert Bresson, 1956)
Hacer cine comercial, como cualquier otra actividad de masas que se realice hoy por hoy, no suele significar hacer cine siquiera para entretener a las mayorías, sino fundamentalmente para reforzar los rasgos primordiales de alienación de esos sujetos. Una hegemonía cosificadora que viene a dar casi siempre la razón a las conceptualizaciones conservadoras, o a esas otras que vuelven excepcionales -aisladas e impotentes- a las trazas progresistas, apenas humanistas, en las que que un argumento a veces se presenta al público.
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