En 1996 Neil Gaiman decidió, una vez alcanzado el desarrollo que deseaba para la historia, cerrar The Sandman de una vez y para siempre. La conclusión llevaba consigo la incapacidad de usar al personaje de Morfeo en todo cómic no guionizado por el británico, la condición de emplear al resto de los Eternos sólo en cameos y, consiguientemente, el fin de una de las franquicias más rentables –y más celebradas por la crítica– de Vertigo. Sin embargo, como si de un pacto mefistofélico se tratase, en DC se leyeron bien la letra pequeña..