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El desastroso número musical de los Óscar que puso Hollywood patas arriba
Si aspiras a organizar la entrega de los Premios Óscar debes tener una cosa clara: no repetir la pifia que cometió Allan Carr en 1989. Si después del evento sabes que Disney no ha presentado ninguna demanda contra la Academia estadounidense por tu culpa y no te consta que un grupo de reputados cineastas se haya puesto en pie de guerra por considerar una “vergüenza” televisiva tu trabajo, entonces habrás logrado el objetivo.
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