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Velázquez en la corte, una historia de recelos y envidias
El meteórico ascenso de Velázquez como pintor real suscitó celos, envidias y suspicacias entre el resto de pintores de Felipe IV que, de manera más o menos velada, criticaron su arte. Una noche de agosto de 1623, don Gaspar de Bracamonte, camarero del cardenal infante don Fernando, llegó a Palacio con un objeto que iba a revolucionar la corte. Se trataba de un retrato de Juan de Fonseca, sumiller del rey
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