Con el pasar del tiempo y el ejercicio continuo de la profesión, se corre el riesgo de hacerse autómata de lo dominado, muy fácilmente el piloto automático asume el mando, y aún sin notarlo, las dinámicas se convierten en un espejismo, el reflejo continuo de actividades realizadas. Sin embargo en la era digital la comunicación visual recibió el impacto de un nuevo orden informativo, una forma hasta entonces no practicada dominó rápidamente el espectro comunicacional, convirtiendo la activa emisión de mensajes a un pasivo público receptor, en un ejercicio donde el diálogo es la columna vertebral.
La novedad de la experiencia radica más en el ámbito donde se desenvuelve, que en la acción en sí, dado que la base de la comunicación humana es la interacción, la confrontación de ideas y conceptos, en suma: el dialogo. El riesgo de automatizar en ésta área radica en el monólogo, insistir en el anterior modelo y no aprovechar la ventajosa opción que ofrece escuchar a la audiencia y sacar punta del feedback que esta ofrece.
La comunicación visual de cualquier emprendimiento “se ve” de múltiples formas, no sólo desde el mensaje principal transmitido, sino desde todas y cada una de las acciones realizadas. La visual y el original concepto de una campaña anunciando la nueva línea de franelas, estará complementada con la atención durante el proceso de muestra y venta, incluso más allá, al compartir novedades de la próxima colección.
Todo decálogo rige la normativa, que con respecto al comportamiento, se espera que asuman los miembros, integrantes o participantes de esa acción-espacio-tiempo específica. Pero estas reglas, si se plantean desde otra óptica, son también guías que indican la ruta deseada. Son recetas o tips que buscan mejorar aspectos concretos, la suma de las partes o el todo general. Es por ello que éste decálogo de imagen, sirve a su vez de recetario para todo aquel que esté interesado en fortalecer su proyección y construir una comunicación más eficaz. Actualmente se cuentan seis ingredientes:
El ingrediente primero de la imagen:
Personalidad: inclina la balanza de porque Usted y no otro.
Un futuro cliente evalúa al creativo desde múltiples aspectos: experiencia, empatía, portafolio, costos, etc. La personalidad es el primer Branding mostrado, la carta de presentación donde todo suma y converge en una opinión calificadora.
El segundo ingrediente de la imagen:
Frecuencia: generar asociación es cosa de todos los días.
Cualquiera que sea la naturaleza del emprendimiento que se realice, la periodicidad forma las bases de la comunicación que se desea establecer con el público objetivo o el "gran público". Difundir de forma constante, incide en la percepción que se tiene sobre el hablante y su servicio. Es también oportunidad de excepción para recibir feedback y hacer las correcciones a que hubiere lugar. El diálogo requiere frecuencia.
Como tercer ingrediente de la imagen:
Mercado: dejar claro qué ofrece, aumenta las posibilidades.
“El hábito hace al monje” reza el famoso refrán, y aún las personalidades más polifacéticas suelen tener un rasgo que resalta del resto de aptitudes que se tengan. ¿Pero resalta según quién o qué? Según el beneficio que se ofrezca a terceros obviamente. La popularidad, el éxito, la proyección, etc., se miden con relación a la cantidad de personas que hagan uso de esa característica. Tanto la actriz que cautiva a la audiencia desde la camaleónica trayectoria, hasta el coach que aporta en la construcción de nuevos modelos mentales o paradigmas; y en infinidad de modelos de éxitos se encuentra un hilo común que perfila la actividad y donde radica el mayor porcentaje de éxito. Este hilo suele ser siempre una misma virtud. Definir la propia y su conjunto de aplicaciones, harán la diferencia, o lo que otros definen como: un lugar en el mercado.
El cuarto ingrediente de la imagen:
Confianza: lo que se dice, lo que se muestra y lo que se hace, forman el discurso coherente.
Confianza y aplomo tanto por el convencimiento que se tiene de la propia valía y del aporte que se brinda en el servicio ofrecido, como la coherencia que perciben los demás al comprobar que detrás del discurso hay acciones, valores y principios que fundamentan tal perspectiva ante la vida y con los cuales se brinda lo mejor de sí mismo.
El quinto ingrediente de la imagen:
Servicio: una labor útil, genera matrices de opinión positivas.
“Si quieres ser servido, sirve” Raimundo Lulio (Laico próximo a los franciscanos, filósofo, poeta, místico, teólogo y misionero mallorquín. 1232 - 1315)
El segundo mayor placer, después de hacer lo que se desea hacer, es que los demás consigan utilidad de esa labor. A través de lo realizado los próximos han de conseguir medios, herramientas, utilidades y/o directrices para obtener sus propios resultados y beneficios. En el terreno del diseño, el creativo suele ser el fan número uno del cliente y viceversa. Entendido desde la perspectiva de utilidad que consigue el uno en la labor del otro.
El sexto ingrediente de la imagen:
Interacción: comentar, recomendar, halagar, agradecer la labor de otros, crea puntos de unión con los demás.
Casos de éxito, excelentes trabajos, conceptos innovadores, servicios extraordinarios existen en todas partes. Buenos ejemplos de casi todo se hacen a diario en todo el globo y compartir esa información es, sin lugar a dudas, una gran satisfacción. La dinámica que genera va desde informar a otros las bondades de alguno, hasta darse a conocer por la sugerencia realizada, pasando por conectar en puntos en común con otros usuarios. La recomendación, el halago, el destacar la labor que otros realizan tiene en su estructura el aprendizaje que valió comprender la actividad realizada, así como también la apertura a conocer nuevas formas de acción, actitudes que siempre están presentes en personas con éxito comprobado.
¿Cuál ingrediente añadiría Usted a esta lista?
Muchas gracias por leer este artículo, si desea comentar sus impresiones o inquitudes será muy grato leerle y responder.
Cordiales saludos
Alirio García