En un reciente meneo #1 salió una gráfica con la evolución de los matrimonios civiles desde 1976 a 2018. Se observa que desde el fin de la dictadura hay un incremento constante de las bodas civiles, que toma la forma de montecito, hasta el feliz primer periodo de la era aznariana (1996-2000) donde se alcanza una meseta. Puede uno imaginarse la clase de progres y viejos izquierdosos que iban haciendo ese montecito hasta mediados de los noventa, hasta que llega la meseta, que tiene sentido en aquel periodo en el que hay menos crisis y tenemos a la derecha boyante, en plena reconquista cultural. Pero a partir del inicio del segundo periodo aznariano, se supone que todo iba va igual de bien, la gráfica debería haberse estabilizado por lo menos, sin embargo los matrimonios civiles suben abruptamente. Desde entonces suben todos los años con la pendiente de una montaña. Un salto así es muy extraño justo en los años (2000-2001) en los que a la derecha le iba mejor que nunca, el resto de ideologías había muerto y la historia había llegado a su fin.
Diez años antes aparece Internet. A mediados de los noventa teníamos a miles de usuarios enganchados. Y a finales del milenio millones entramos en tromba con nuestros cacharritos y tarifas planas. Antes de la irrupción de Internet pocas relaciones permitían largos e intensos debates morales o filosóficos, porque son intercambios de opiniones sobre cuestiones trascendentes de la existencia que pueden degradar nuestra vida social. La mayor parte de relaciones las necesitamos para fines más mundanos y perentorios, y nos conviene ser comedidos y políticamente correctos con el fin de no estropearlas. Así que la gente se enviaba postales de contenido telegráfico sobre lo bien que se lo pasaban en Torremolinos, y si acaso cartas de amor algo más largas. No existían intercambios epistolares filosóficos #2. Tampoco existía sustrato filosófico en los medios. Ahí se trabajaba con unas ideas hegemónicas que no habían variado tanto desde el nacionalcatolicismo. Los relatos modernos o posmodernos que venían con "la democracia" habían empujado a los medios hacia una deriva gatopardiana trapacera: la "prensa rosa" y las "tertulias del corazón" sustituyeron a los sermones dominicales de los curas para aleccionar con la misma moral, y a la vez mantener a los mismos ídolos: Dios, el rey y los tronistas.
Ahora con Internet y las redes sociales se dice que cada uno se encuentra dentro de su burbuja ideológica, pero eso no es tan así. Navego al albur de IAs y algoritmos tontos que intentan ofrecerme contenido relacionado con mis búsquedas pero no siempre con mis gustos. Si buscas a Dios igual te salen contenidos sobre ateísmo dentro de los resultados de la búsqueda. Entonces tienes que decirles a los ateos que están equivocados, y se lo dices porque puedes, porque no corres el riesgo de degradar relaciones que necesitas para otros menesteres. Tienes más libertad para evangelizar y decirle a la gente como son las cosas. Y el ateo puede leernos y puede que nos preste atención y nos responda, algo que no pasa con las figuras de la televisión (mi abuela creía que si... pero eso es otra historia). Y ahí empieza la movida: los flames, las "redes ardiendo" y todas esas cosas buenas que tanto nos enojan. Ese es un debate innecesario y hasta peligroso para la mayoría de la gente que vive apiñada dentro de superburbujas donde la opinión esta modulada por la supervivencia y la información dominada por medios unidireccionales, sin embargo es un debate que existe en Internet a una escala nunca alcanzada en la historia.
Pienso que todo eso tiene relación con el auge de las bodas civiles y el declive de las religiones tradicionales. Las religiones fueron las primeras víctimas de Internet #3 porque resisten mal la información y mucho peor los debates. Era muy fácil atacarlas incluso con fakes más verosímiles que ellas #4. Pero igual pasa con otras muchas ideologías más modernas y sofisticadas.