A continuación algunas ideas sobre cómo ubicar a las poblaciones de grandes animales en el futuro. Esta vez la imagen ilustra ideas del texto y se trata de un mapa de España (ver imagen: www.meneame.net/backend/media?type=link&id=2772822&version=0&a). Se puede hacer con todos los continentes, pero el espacio de que disponemos es exiguo y llevaría más tiempo delimitar zonas. El plan es que la franja amarilla sea ocupada por humanos, mientras que el área verde estaría destinada a osos, ardillas, ciervos e incluso (con avances en genética) podríamos introducir animales más propios de la zona mesetaria, como la megafauna pleistocénica. Que la franja destinada a los humanos pase por Murcia no tiene que ver con las preferencias personales del autor o sus antipatías hacia otras regiones, la disposición del área habitable obedece principalmente a una relación científica de los seres humanos con el clima, la orografía, los chiringuitos y la paella.
El ser humano es un animal de clima templado, para prosperar en regiones que atraviesan estaciones demasiado frías precisa de una tecnología sofisticada y debe invertir mucha energía a fin de recrear el medio para el que se encuentra adaptado. Pero incluso en el interior de ambientes artificiales las personas no se desenvuelven cómodamente en éstas regiones, porque los microclimas cálidos que levantamos en ellas son espacios que requiere mucho esfuerzo mantener y se encuentran repletos de fisuras e inconvenientes. Si existen seres humanos subsistiendo en el ártico es porque, por presión demográfica u otras causas, los grupos se iban desplazando o unas tribus iban empujando a otras hacia tierras cada vez menos acogedoras para la especie, así hasta que hemos acabado con personas viviendo en Norilsk o Madrid. El resultado son poblaciones de carácter hosco y pendenciero que te miran raro si sales a la calle en bata.
No han existido pueblos de regiones con climas rigurosos que no hayan deseado prosperar en zonas más templadas y amables si conocían de su existencia, y no ha existido grupo humano que no haya tratado de hacerlo cuando tenía posibilidades de migrar sin afrontar obstáculos insuperables como el Imperio Romano o los murcianos. Cuando los seres humanos tienen la oportunidad tienden a desplazarse hacia climas más cálidos, o dicho en términos actuales: los ricos se van a vivir a Ibiza, independientemente de su amor por su tribu o su país de origen. No podemos meter a todo el mundo en Ibiza, pero la franja mediterránea de España es muy parecida en cuanto al clima y la naturaleza de las costas. No obstante Ibiza podría quedar perfectamente como la capital de España, y de Alemania también. En realidad deberían migrar todos los alemanes que faltan, porque más arriba de los pirineos el mapa básicamente estaría pintado de verde y repleto de ciervos.
Esto es porque si bien el clima continental del resto de Europa no es extremo sus costas son poco atractivas. Lo que nos lleva a las últimas consideraciones para escoger una franja de tierra frente al mar Mediterráneo: por un lado tenemos playas en condiciones a lo largo de toda la costa y por otro una orografía divertida, con montañas, torrenteras y accidentes de todo tipo a escasos kilómetros del agua. Ya sólo la tendencia mayoritaria de los urbanitas a elegir la playa como el lugar para invertir el tiempo de sus vacaciones dice mucho acerca de la conveniencia de escoger una franja de tierra con playas próximas. Existen zonas benévolas en el interior pero sin mar o algún río donde chapotear no pueden considerarse aptas para un asentamiento humano (#1). Y con esto conseguiríamos un ecosistema en equilibrio natural que ayudaría a restaurar la biodiversidad y el clima del planeta y además tendríamos a los humanos ubicados donde más felices pueden ser.