Con el sufragio censitario pasa como con la eugenesia, la gente saca su revolver de inmediato a pesar de que, gracias a los diagnósticos prenatales, llevamos décadas eliminando embriones con problemas, y cuando ya hacemos un sufragio restringido por edad, aunque a los dieciocho años seamos las mismas balas perdidas que eramos a los dieciséis. La urgencia por disparar viene porque en el pasado estas ideas se desarrollaron de formas infaustas para diezmar etnias y someter a las mujeres o a los negros. Pero no son intrínsecamente malas ideas. Un estado donde no existen grandes tensiones raciales o de clase merecería un sufragio censitario relacionado con el nivel de instrucción, en ese caso no separaríamos a la gente de forma inmutable por sexo o raza, ni tampoco por su renta o propiedades (como se propone en otro tipo de sufragios, y ocurre de facto). Sería una manera de desmotivar a los idiotas, pero no es tan difícil que los idiotas dejen de serlo si en vez de dejarse guiar por los grandes medios o por youtubers, se ponen a leer buenos libros.
El problema es que las masas entontecidas son las más abundantes y tienen la capacidad de curvar el espacio político, de modo que a muchos ciudadanos cabáles se les escapa su voto hacia las formaciones que perpetúan la idiocracia, con el argumento del "voto útil" o haciendo que en vez de votar por un partido votemos "contra un partido", porque nos roban a base de bien, pero la alternativa siempre es peor. Y de ese modo se van turnando formaciones plagadas de vasallos y rateros al servicio de los poderosos, desde los capos de la aldea más diminuta hasta grandes empresas e instituciones que pasan por encima de la ley y de la sociedad gracias a los títeres que nos hacen poner en el gobierno. Pero es un síntoma que nuestros políticos sean corruptos al servicio de los intereses de los plutócratas, la enfermedad es una democracia impulsada por idiotas. La psicopatía, la ambición de poder, la codicia, etc son anecdóticas, la tontería es general, e igual que unos pocos lobos no pueden sobrevivir sin un mayor número de borregos allí donde imperan los abusones abundan los tontos.
Es necesario encontrar una manera de desmotivar a los idiotas. Reformar el sistema electoral ayudaría, porque el actual castiga a las formaciones pequeñas haciendo desaparecer millones de votos que son precisamente los que corresponden a los ciudadanos menos lelos. Y esto es así porque los fenómenos estúpidos son por lo general consumo de mayorías, porque la dependencia, la ignorancia y la credulidad imperan de forma aplastante sobre la libertad, el conocimiento y la racionalidad. Es cierto que minorías de intelectuales tienen ideas pésimas, y los arquitectos no dejan de demostrarlo con cada museo que diseñan. También hay minorías poco lúcidas que siguen doctrinas terroríficas, pero para tener éxito como mínimo necesitas demostrar que tienes ideas verdaderamente estúpidas. Si las mayorías decidieran en todos los ámbitos E. L. James tendría el nobel de literatura, el ministerio de ciencia y tecnología subvencionaría la homeopatía y cualquier tertuliano habría llegado a ser ministro de cultura. Es obvio que nuestro sistema fomenta la idiotez y castiga el buen juicio.
Pero incluso con un sistema electoral bien hecho nos seguirían sobrando millones de votantes. Hay que desmotivar a los más tontos. Se podrían poner trámites para votar, pero quizás espantaríamos a los apáticos, y los apáticos no son necesariamente tontos, mientras que los tontos sortean bien la burocracia porque nunca descansan. Lo mejor sería utilizar algún tipo de exámenes. La corrupción y el saqueo de las oligarquías financieras se debilitarían si tendiéramos hacia la aristocracia a los dos lados del sufragio. Porque el Estado no puede ser un crucero que se limite a cargar con un pasaje políticamente ocioso, es una nave en la que todo el mundo debería ser tripulación, pero el pueblo debe tener nociones de navegación. Si el gobierno es del pueblo, entonces el pueblo tiene que justificar que se ha instruido sobre el sistema que utiliza para gobernar, de otra manera no debería permitirse a los ciudadanos participar en su formación. Sólo en los dibujos animados dejamos que un cretino controle una central nuclear, y un gobierno es mucho más importante que una central nuclear.
Si hemos establecido exámenes para poder conducir un simple automóvil con más razones deberíamos exigirnos conocimientos sobre el gobierno de nuestro Estado antes de ponerlo en marcha. Por eso para poder votar tenemos que exigirnos conocimientos suficientes sobre los principios y el funcionamiento de nuestro sistema de gobierno. Aunque no queremos respuestas doctrinales porque una democracia tiene que ser continuamente contestada, pero hasta para hacer eso hay que saber lo que cuestionamos. También habría que demostrar alguna cultura general y un pensamiento crítico. Lo primero no es tan importante, porque el buen juicio no depende del conocimiento enciclopédico, aunque el conocimiento si que ayuda a tener más criterio. Así que en ese apartado me conformaría con pedir que los aspirantes al ejercicio del voto hicieran una pequeña redacción sobre "El conejo y la hormiga". Sólo contando con la ortografía el número de suspensos, y por lo tanto la cantidad de ciudadanos sin derecho a participar en las elecciones sería abrumador, una feliz catástrofe que haría la política más interesante.