"Sexo encantador, serás libre; gozarás al igual que los hombres de todos los placeres con los que la naturaleza te ha impuesto; no te detendrás ante ninguno. ¿La parte más divina de la humanidad debe recibir cadenas de la otra? ¡Ah!, rompedlas, la naturaleza así lo quiere; no tengáis otro freno que el de vuestras desviaciones, otras leyes que vuestros deseos, otra moral que la de la naturaleza; no padezcáis más bajo esos bárbaros prejuicios que mancillan vuestros encantos y cautivan los impulsos divinos de vuestros corazones; sois libres, al igual que nosotros, y la carrera de los combates de Venus os está abierta como a nosotros; no recibiréis ya absurdos reproches; la pedantería y la superstición serán aplastadas; no se os volverá a ver sonrojadas por vuestros encantadores excesos; coronadas de mirtos y rosas, la estima que concebiremos por vosotras sólo será en virtud del mayor grado de extensión que os hayáis permitido darles."
( D. A. F. Marquis de Sade, "La Philosophie dans le boudoir").