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Machismo de Estado
Laura B. acudió a la oficina del paro con una sonrisa en la boca. La habían despedido de la casa donde llevaba trabajando varios años, pero por fin iba a tener un colchoncito y tiempo para poder sacarse el graduado escolar. Media hora después, salió de la oficina con el móvil en la oreja casi llorando: “¡Cariño, que no tengo derecho a paro!”, le dijo a su marido. La última reforma, emprendida por el Gobierno de Zapatero, mejoró las condiciones laborales de las empleadas de hogar, pero no terminó de otorgarles todos los derechos básicos de cualq
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