En el norte de África, España y Marruecos comparten la porción de frontera más corta del planeta. En medio de una playa de arena, un límite que llega a los 85 metros. De un lado de la cuerda azul, decenas de militares españoles en un peñón sin demasiada relevancia estratégica; del otro, marroquíes que pueden disfrutar del paisaje.