Nerviosismo, apatía, mal humor, insomnio… El calor extremo, especialmente cuando el cambio de temperatura es muy brusco, provoca reacciones negativas en nuestro organismo: no estamos preparados ni física ni psicológicamente para una subida repentina de más de 10 grados. Más allá de los efectos físicos del calor que tienen una evidente repercusión psicológica, el verano también trae consigo diversas sensaciones que pueden influir en la aparición del temido hastío veraniego, una abulia desmotivadora que también afectaría al rendimiento laboral.