Con cinco piedras del tamaño aproximado de una castaña y algo de habilidad se puede jugar a este sencillo juego.
En mi pueblo lo llamábamos las tabas y jugábamos por turnos; cada uno empezaba cuando fallaba el anterior. Algunos guardaban sus piedras favoritas para este juego, pero la mayoría improvisábamos buscando en los alrededores.
El jugador que tiene el turno tiraba las piedras sobre el suelo (¿quién dijo mesa?) y elegía una de las piedras para lanzar al aire. En el tiempo de que la piedra lanzada cayera tenía que recoger piedras del suelo y recuperar la voladora sin que cayera. Todo con una sola mano.
Los niveles de dificultad iban creciendo a medida que "superabas niveles". Si conseguías recoger todas las piedras del suelo sin fallar lanzabas para puntuar todas las piedras al aire, recogías sobre el dorso de las manos y de nuevo a las palmas. Debías acumular exactamente 10 puntos para pasar al nivel siguiente. Estaba permitido tirar las piedras desde el dorso de la mano para no pasarse de 10, porque esto te hacía perder el turno.
Los niveles eran:
- tomar una sola piedra
- tomar dos grupos de dos piedras
- tomar un grupo de tres piedras y otra suelta
- tomar las cuatro piedras
- y sucesivos. Hacer lo mismo pero haciendo una figura con la mano motriz alrededor de la otra.
Es un juego tan sencillo y con tan pocos elementos que imagino mil variantes regionales de las que me gustaría leer en los comentarios.
Para los que están encerrados en una casa sin acceso a piedras el primer reto puede ser encontrar objetos susceptibles de sustituirlas.