Afirmar que la polémica tras las amenazas recibidas por Pablo Iglesias beneficiaría sus expectativas electorales ha sido censurado por la administración por "incitación al odio", en una nueva pirueta irracional que limita aún más el terreno de lo opinable en Menéame.
Creo que todos intuimos que cualquier líder político víctima de violencia genera un efecto empático que se traduce en beneficios electorales, pero para evitar valoraciones subjetivas me ceñiré a datos documentados. En 1995 el líder de la oposición, José María Aznar, fue víctima de un intento fallido de atentado por parte de la banda terrorista ETA. A consecuencia de dicho suceso, el PP elevó inmediatamente sus pronósticos electorales en 7 puntos y la valoración de Aznar en el CIS se disparó por las nubes hasta batir el récord histórico. Cito palabras textuales del diario El País en aquel entonces:
El PP mejoraría sus expectativas de voto en casi siete puntos porcentuales del censo electoral, mientras que el PSOE las empeoraría en más de cinco. Tras el atentado, uno de cada tres electores manifiesta intención de votar por el PP (33,3% frente al 26,5% en febrero pasado) (...)
En el caso de José María Aznar, el ascenso resulta tan espectacular como inédito. Su puntuación media en dicha escala hasta el pasado mes de marzo era de 3,15. Tras el atentado sube más de tres enteros, situándose en 6,7. (...) nunca antes se había registrado un salto de tal magnitud ni ningún líder había alcanzado esta cota, ni siquiera durante la transición o después del 23-F. El banco de datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) registra la puntuación más alta de Adolfo Suárez, a finales de 1979, con un 5,7, y la más alta de Felipe González, en el verano de 1981, con un 6,4.
Es obvio, por tanto, que para un político ser percibido como víctima no sólo puede teóricamente reportar beneficios electorales, sino que además es un fenómeno ya confirmado en el pasado. Negar que esto pueda ocurrir con otros políticos parece, a la luz de los datos, falso. Ninguna de las dos opiniones debería ser censurada, pero la moderación prohibe sostener una opinión con una base sólida para permitir únicamente la opinión contraria, que carece de ningún tipo de fundamentación.
La nota más irónica a este strike la pone el hecho de que las quejas sobre este comentario provienen de los mismos usuarios que apenas unos días antes afirmaban que Vox acudió a Vallecas buscando provocar agresiones en su propia contra. Defendían entonces de forma explícita que aparecer públicamente como víctima podía ser una estrategia electoralmente beneficiosa para los de Abascal. Y sin embargo ahora niegan, bajo amenaza de castigo a quien argumente lo contrario, que este mismo efecto pueda beneficiar a Pablo Iglesias, incluso aunque se diese de manera fortuita. No busquen ustedes strikes a dichos comentarios por "incitar al odio" porque allí no los encontrarán.
Si este criterio de moderación les resulta incomprensible, presten atención a esta muestra simbólica (la lista es muchísimo más larga) de comentarios censurados por la administración de un tiempo a esta parte:
- Decir "Imposible" ante el asesinato de un hombre a manos de su novia (incitación al odio)
- Opinar que el comunismo genera estados policiales (bulo)
- Lamentar que ningún partido de izquierdas sea crítico con la LIVG (incitación al odio)
- Aportar datos reales y contrastables sobre condenas judiciales a Otegi (bulo)
- Opinar que la LIVG discrimina por sexos (incitación al odio)
Dado que cualquier comentario objetivamente cierto, u opinión completamente pacífica pueden censurarse por "bulo" o "incitación al odio" ¿cómo puede uno comentar en Menéame sin temor a represalias? ¿Podemos afirmar que 2+2=4 con la certeza de que no seremos castigados por ello? Basta con unir los puntos para encontrar el patrón común: si algún día 2+2=5 se convirtiese en un lema de la izquierda, defender que 2+2=4 será incitar al odio en Menéame.