En agosto de 2011, con nocturnidad y alevosía, el PP y el PSOE modificaron el artículo 135 de la Constitución donde dichos partidos entregaron a los monopolios europeos y su estructura imperialista, la Unión Europea, la dirección de la política económica del Estado. PSOE y PP no dudaron, nuevamente, en ponerse de parte de los monopolios y vender la soberanía del Estado a la UE, es decir, a los monopolios. Pedro Sánchez, que ya era diputado en 2011, votó a favor de esa venta de soberanía a la UE.
Los mismos que ayer vendieron soberanía del Estado a los monopolios alemanes y franceses, fundamentalmente, hoy se dan golpes en el pecho repitiendo la consigna franquista de la “unidad de España”, empleando el nacionalismo exacerbado, el chovinismo españolista al objeto de enardecer las discordias nacionales y engañar a los trabajadores desviando la naturaleza del conflicto existente, que es la lucha de clases, y centrar con sus medios propagandísticos la lucha en el odio nacional, la negación y el desprecio de la nación opresora sobre las oprimidas, el chovinismo – que es una característica del fascismo – de tal modo que no sólo se paraliza la lucha del proletariado sino que se divide a éste, fórmula necesaria para que la criminal burguesía se imponga y sostenga la actual formación socioeconómica absolutamente en bancarrota.
Lucen todos ellos el trapo rojigualdo así como pulseras con dicho símbolo –que no olvidemos es un símbolo fascista impuesto por el golpe militar fascista del tirano Franco contra la legalidad democrática republicana – y se pegan golpes en el pecho por España y hasta nos dan lecciones de cómo “amar a España”. Pablo Casado nos ilustra en “el amor a España” de la siguiente manera:
No hemos de olvidar que Pablo Casado es presidente de un partido político fundado por un ministro franquista, que siempre ha defendido la dictadura del tirano Franco. Recordemos que Franco encabezó un golpe de estado contra la legalidad y legitimidad del estado democrático republicano, al que derrocó por las armas con el apoyo militar de la Alemania nazi y la Italia fascista y el desprecio de las democracias burguesas británica, francesa y norteamericana y el abandono de éstas al gobierno legítimo de la República, que con su inacción se posicionaron de facto con los de su clase social, con los fascistas.
Por tanto, si como dice Casado “amar a España es incompatible con acabar con su democracia”, el PP, partido fascista, no puede amar en absoluto a España, pues sus antecesores fueron los que hicieron un golpe de estado contra la democracia burguesa republicana para imponer una dictadura criminal, cuyos símbolos y principios hoy siguen siendo venerados por la dirección de dicho partido que, a la par, sigue faltando a la memoria de las víctimas de la dictadura terrorista de Franco. Ello se comprueba, por ejemplo, en las palabras de la senadora del PP, Esther Muñoz, hace unas semanas, donde criticaba la Ley de la Memoria Histórica señalando “15 millones para que ustedes desentierren unos huesos”; el propio Casado hace unos años decía “los de izquierda son unos carcas, todo el día con la fosa de no sé quién”, por no hablar del diputado del PP, Rafael Hernando que señalaba “algunos se han acordado de su padre cuando había subvenciones para encontrarlo”, sentenciando el alcalde de Baralla del PP, Manuel González Capón, que señaló que “los condenados a muerte [por Franco] será porque se lo merecían”.
Así, pues, si atendemos a lo dicho por Casado en su twitter – puesto que el PP es el franquismo, es el desprecio y la descalificación a las víctimas producidas por el régimen asesino franquista – el PP al reivindicar y ser herederos de aquéllos que acabaron con la democracia republicana en el estado español, es incompatible con amar a España. Y ese “amor a España” se ha podido comprobar en el saqueo sistemático de las arcas públicas con innumerables casos de corrupción, que van desde el norte hasta al sur, desde Galicia a Canarias, o en las leyes que han apoyado por las que se obstaculiza la investigación de los paraísos fiscales y se otorga impunidad a las empresas vinculadas a los paraísos fiscales, por no hablar de las amnistías fiscales a los evasores de impuestos que acreditan el “inmenso amor a España” del PP, así como los partidos que lo apoyan y votan con ellos, que son los mismos que se dan golpes en el pecho con España y llevan en la muñeca pulseras rojigualdas.
Los firmantes del 155, los de la “Una, Grande y Libre”, los que en la campaña electoral llevarán en sus sucias bocas la palabra “España” y sacarán trapos rojigualdos, son los que agreden a los pueblos que componen al estado español, son los que agreden con sus leyes a la clase obrera española, son los que están carcomidos de corrupción, son los que arrodillan al país ante el capital internacional.
La realidad es que el capitalismo monopolista de estado está quebrado, carcomido por la corrupción, donde la única salida que tiene el Estado es la represión más descarnada y la negación de los derechos democráticos de la mayoría trabajadora y de las naciones oprimidas por el Estado español. La burguesía española lo ha apostado todo al fascismo, que es el oportunismo más inmundo, el chovinismo más nauseabundo, la violencia y la represión más descarnada y es por ello que estos sujetos, representantes de organizaciones políticas al servicio del Capital y que no tienen más bandera que la del dinero, en los días que vienen apelarán al nacionalismo español, a la ‘unidad’ de España, mientras echan a pelear a los obreros y a los pueblos, enfrentándolos, y cuando pasen las elecciones volverán a evadir capitales a los paraísos fiscales, volverán a saquear al pueblo o volverán a pedir la tutela de los monopolios europeos llevando las propuestas de Presupuestos Generales del Estado a la UE para que ésta dé el visto bueno o no a dichas cuentas, como consecuencia de la venta de la soberanía del Estado.
Y es que la única alternativa que hay a la barbarie capitalista que brevemente hemos citado, la única alternativa que hay a un Estado que está al servicio de los monopolios y en contra del pueblo trabajador, es el Socialismo y la construcción de un estado proletario que esté al servicio de los intereses de los trabajadores. El nacionalismo es veneno burgués, es el enfrentamiento de los explotados inducido por los explotadores, por la burguesía, para que éstos puedan seguir saqueando y explotando impunemente; es la contradicción de los intereses de la cooperación internacional de los trabajadores, de nuestra unidad como clase social en beneficio de nuestros intereses como clase social, en definitiva, es la anteposición de los intereses de la burguesía bajo la máscara nacional a los intereses de la inmensa mayoría de la humanidad y su progreso social, que no es otra cosa que la lucha del proletariado del mundo por el socialismo y por el comunismo, siendo el vínculo clasista más fuerte, y que transciende todas las fronteras del mundo, que el vínculo nacional. Como decía Lenin, “la superación de la enemistad y la desconfianza entre las naciones es la garantía de la victoria”, por ello la burguesía no duda en inocular el chovinismo, el nacionalismo y el racismo a fin de enfrentar a los trabajadores del mundo, de dividirnos mientras ellos actúan unidos en las instituciones supranacionales imperialistas contra los trabajadores del mundo y nos expolian sin miramientos.
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
SECRETARÍA DE AGITACIÓN Y PROPAGANDA DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)
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