Para los que nacimos en los setenta. Para los que pudimos oler el pensamiento ajeno, enajenado y maravilloso, de los que nos precedieron en el paroxismo de la fantasía de ser un ser humano que no malgasta su dolor sin fantasía. Para los que nos dejamos una colada imposible por recoger, en un tiempo infinito que prometía todo lo que el mundo nunca ha sido porque ya fue, porque ya lo imaginamos en los ojos de gigantes que nos dejaron sus palabras descolocadas y armónicas, deslucidas como un tiempo destruido que ya fue, porque lo hemos sido, siendo, capitanes decimonónicos que danzan orgiásticas celosías en el desierto, como un viento milenario que no alcanza a explicarse hasta que el chico de nariz aventurada le pone nombre en la historia de nuestro triste pensamiento...
Busco un centro, una emboscada, busco una voz que me falta. Nací con los ojos muy grandes, y grandes cálices de voz me los llenaban, y hoy ya no, ya no más, ya no es Mayo la estación del amor, ya no atraviesan gavilanes balcánicos derviches desconsolados y galácticos estos ojos tan simples, tan infantiles y grávidos, pero a la vez tan humanos como alguna voz nos enseñó que era posible.
Para ti, que acabas de nacer, que sabes más de sexo que yo, que ya soy viejo, pero no sabes de la intención que incendia los pronombres de una tristeza preternatural y anterior al nombre del tiempo, para ti, que por desgracia no conocerás la voz siciliana de un narigudo que se atrevió a ser más humano que el más ridículo de los emperadores, y que consiguió hacer llorar a algunas modistas con medias de tweed, a ti te digo, no olvides a Pitágoras, descubre las moscas de Descartes, enfádate con la metafísica, abúrrete con el El Ser y la Nada, baila con las niñas de tu pueblo, comete los mismos errores que Leónidas, bebe de la fiebre de tu tiempo, que es el que te ha tocado construir... Pero no olvides nunca este centro, esta náusea coregrafiada en estrábicas estrofas de un divino italiano como tú, como yo, como la media ultramarina de tu cuñada, como el suspiro metafísico de la portera, este deseo de moderna belleza, esta trágica victoria del tranvía que no volverá más.
No olvides la estrofa libre que nos hizo reinterpretar toda la historia viciada de sentido práctico pero tan inútil y distinto como la vida, como quien descubre la trampa de la felicidad en las costuras invisibles de todo lo sufrido. No, non mai piú.
No sé qué será de nosotros, querido amigo valiente, no es una voz lo que nos falta, es toda una era la que te llevas debajo de tus brazos. Querido amigo, te llevas mi infancia, y lo que es peor, te llevas lo que mi infancia imaginaba sobre un futuro sombrío, duro y feliz, al que pusiste un nombre que no podré olvidar, y que no me perdonaré no haberte agradecido en persona, querido hermano de nasal prominencia, y evidente y providencial eminencia.
Con te, il mondo era una biglia contesa con un amico, senza di te è una palla che gira incivile, scientifica e anumerica... Aspettaci nell'inmensità.