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Muchos gatos en Jerusalén
Cada mañana, haga sol o llueva, Gil Goller empuja un cochecito de bebé cargado de comida seca y botellas de agua por una estrecha calle de un barrio arbolado de Jerusalén. Poco a poco aparecen gatos de debajo de los coches aparcados. Al llegar a un muro de piedra, él y Charlotte Slopak Goller, su esposa, llenan cacharros con croquetas y agua rodeados por una docena de gatos.
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