El único de sus coches por el que ha dado que hablar es uno que le encantaba y le ofrecía la discreción que Arnault siempre ha buscado: su Peugeot 205. Arnault se compró en 1990 un 205 GTI de la última versión, la que ofrecía 130 CV con su motor 1.9 de gasolina, y mandó que lo blindaran. Era fin de semana y se dirigía a su despacho, pero el guarda de seguridad se negó una y otra vez a dejarle pasar porque no creía que alguien que decía ser quien era viajara en un Peugeot 205. Al final, no sabemos cómo, logró convencerle.
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