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Pablo Iglesias y Marine Le Pen, traicionarse para ganar
Si algo ha enseñado la historia de las ideas políticas es que todo partido que posea la ambición de gobernar ha de traicionarse a sí mismo. La renuncia suele ocurrir en un momento preciso durante su ascenso, que casi siempre se puede fechar con exactitud y que termina por dividir a sus integrantes en dos bloques: los ortodoxos y los pragmáticos.
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