Scott Kemery, un hombre residente en Eastport, Nueva York, cometió dos tonterías que le costaron caras: la primera fue aceptar una dudosa recomendación casera que le aconsejó un amigo, y la segunda consistió en agregarle una cuta de imprudencia de su propia cosecha. Kemery escubrió que su auto estaba plagado de chinches, y alguien le había aconsejado usar alcohol para matarlas. Al parecer, el hombre puso en práctica la recomendación, y embadurnó concienzudamente el tapizado y las alfombras con alcohol. Luego, satisfecho con la labor realizada, se sentó y encendió un cigarrillo.