A pesar de lo que los medios de comunicación pretenden hacernos creer, el mundo lleva en guerra continua desde hace muchas décadas. Leyendo los medios de desinformación estos días pareciera que la guerra en Ucrania es la primera que se produce desde que finalizara la Segunda Guerra Mundial. Nada más lejos de la realidad.
En octubre de 2001, tras los atentados del 11S, EEUU y sus aliados invadían Afganistán con la excusa de desmantelar Al Qaeda, grupo terrorista financiado por los propios EEUU durante años para combatir a la Unión Soviética y frenar el avance del socialismo. Esta invasión se llevó por delante la vida de al menos 38.000 civiles según la ONU, 150.000 muertos entre civiles y militares, además de generar 2,2 millones de desplazados. Sólo entre enero y agosto de 2021, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 558.000 personas han sido desplazadas internamente, huyendo de sus hogares para escapar de la violencia.
En marzo de 2003, de nuevo EEUU junto con una coalición internacional formada por el Reino Unido, Australia, Corea del Sur, Dinamarca, Polonia, El Salvador, España, Italia, República Dominicana, Nicaragua, Honduras y otros países, invadían Irak con la excusa del desarrollo por parte del gobierno Iraquí de armas de destrucción masivas, unas armas que nunca llegaron a aparecer y que supusieron la entrada en la guerra de España y el posterior atentado del 11M en 2004, en el que fallecieron 193 personas y alrededor de dos mil resultaron heridas. Más allá de las consecuencias fuera de Irak, esta guerra costó la vida de medio millón de personas, además de las 277.800 personas refugiadas y los 1,8 millones de desplazados internos, según datos de ACNUR.
Podríamos seguir exponiendo datos de Libia, Siria y muchos más, porque si algo caracteriza a este sistema moribundo son las guerras de rapiña. Pero vamos a centrarnos en 2 conflictos concretos, la masacre palestina por parte de Israel y la masacre en Yemen por parte de Arabia Saudí
El Estado de Israel lleva décadas masacrando a la población palestina ante la pasmosa falta de intervención por parte de aquellos países que ahora se vanaglorian de querer proteger a la población ucraniana y no dudan en enviar armas, muchas de las cuales acaban en manos de nazis como los del Batallón Azov. Durante esas décadas, han perdido la vida decenas de miles de palestinos, habiendo asesinado Israel a más de 2.100 niños sólo desde el año 2000, además de los 5,6 millones de refugiados que según UNRWA han tenido que abandonar sus hogares, haciendo que la ocupación israelí sea cada vez mayor en territorio palestino.
En 2015 Arabia Saudí iniciaba una guerra en Yemen que ha costado la vida de al menos 233.000 personas según la ONU, casi la mitad niños menores de 5 años, y que esta misma organización califica como “la mayor catástrofe humanitaria del mundo”. El Representante de ACNUR en Yemen, Jean-Nicolas Beuze declaraba en 2021 ante los medios que “en 23 años de trabajo humanitario, pocas veces he presenciado tanta miseria y desesperación”.
¿Por qué nos centramos en estos dos conflictos? Porque las armas utilizadas para masacrar a los pueblos de Yemen y Palestina han sido vendidas, entre otras empresas, por NTT Data. En diciembre de 2016 el medio Andalucía Información publicaba una noticia sobre las puertas giratorias en la industria militar, en la que se indicaba que “Everis-ahora NTT Data- se dedica a la producción de armas (misiles), sistemas de Defensa y sistemas de armas terrestres de alta movilidad”, vendiendo “material militar a Israel, entre otros países”.
Por otro lado, en 2021 el periódico digital eldiario.es publicaba varios artículos en los que revelaba los contratos secretos mediante los cuales NTT Data -everis en aquel momento- había vendido armas a Arabia Saudí a pesar de que el Parlamento europeo y la ONU pedían que no se exportara más material militar a Riad.
Mientras tanto, los trabajadores de NTT Data hemos recibido en los últimos días correos electrónicos de la dirección de la empresa mostrando su preocupación por la población ucraniana y pidiendo realizar donaciones a través de ACNUR, unas donaciones que después la empresa usa para lavar su cara en los medios.
Tal es la hipocresía de una empresa que ha convertido la guerra en un lucrativo negocio, siendo cómplice de la muerte de cientos de miles de personas en todo el mundo, pero que ahora intenta lavar su cara porque, según parece, los muertos ucranianos son más importantes que los palestinos o los yemeníes.
La misma hipocresía de los gobiernos capitalistas que han mirado para otro lado durante años mientras el propio gobierno ucraniano masacraba a las poblaciones del Donbás pero que ahora se exhiben enérgicos en sus condenas y su ayuda militar, mostrando su absoluta sumisión a la OTAN y a los intereses del imperialismo de EEUU.
En las guerras interimperialistas la clase obrera pone los muertos y sólo recibe más miseria y pobreza. Los trabajadores no podemos ser partícipes de guerras de rapiña para adueñarse de los recursos del mundo. Desde el Sindicalismo de Clase tenemos claro que nuestra solidaridad debe ser con los trabajadores de todos los pueblos que sufren estas guerras, sean ucranianos o yemeníes, palestinos o sirios.
Desde Alternativa Sindical de Clase hacemos un llamamiento a toda la clase trabajadora del Estado español para organizarse y exigir la salida de la OTAN, alianza militar al servicio de los EEUU que en sus ansias de dominar el planeta siembra el mundo con la muerte de millones de trabajadores inocentes.
¡Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases!
¡No a las guerras imperialistas!
Alternativa Sindical de Clase (ASC)