Si el judaísmo había sido la religión del Padre, -escribió Freud- el cristianismo sería la del Hijo que no habría podido evitar la tentación de eliminar al Padre. Por tanto ese crimen sólo podía ser redimido mediante el sacrificio del Hijo. Desde entonces el Hijo se convirtió en Dios, en lugar de su Padre, y así habría surgido el cristianismo como la religión del Hijo.