Hace unos días Antonio Costa, Primer Ministro de Portugal, presentaba en un acto público la renovación y puesta en servicio de los coches arco, este puso el acento en que 51 de las unidades adquiridas por Comboios de Portugal pertenecen a los vehículos que prestaban en España el servicio ‘Arco’. Fueron compradas al Grupo Renfe por 1,5 millones de euros, lo que sale a 29.500 euros por coche (su precio en chatarra). Unos vehículos capaces de circular a 200 km/h y que la compañía española los mantenía apartados, obsoletos y echándose a perder. Portugal, a diferencia de España, está aprovechando al máximo sus recursos en su apuesta por el ferrocarril como eje vertebrador del país al alcance de todos. Con la adquisición y renovación de 67 vehículos ha gastado 10 millones de euros y ahorrado 110. Un excedente notable para renovar líneas y más vehículos que en su conjunto mejoren el servicio. El país luso está demostrando que con una mínima inversión se puede recuperar gran parte del material actualmente apartado y mejorar el servicio al ciudadano, frente a la política de gastar millones de euros en trenes nuevos y, para hacer rentable la compañía, retirar otros servicios al usuario.