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El hambre, arma de destrucción masiva en Sudán del Sur
Sólo funcionan un tercio de los colegios en todo el país y la mayoría lo hace por impulso de Unicef. En muchos de ellos las clases no se prolongan más de dos horas porque los niños están demasiado débiles para atender durante más tiempo. Además, se le da a cada alumno un vaso de leche para que pueda alimentarse al menos una vez al día. Poblaciones enteras comen hojas de los árboles hervidas, insectos o bayas silvestres para poder sobrevivir. El hambre no es inocente. En Sudán del Sur es una decisión política.
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