El minizoo, inaugurado con la intención de emular a las grandes capitales españolas, albergó una gran variedad de especies incluyendo osos pardos, leones, monos, jabalíes y zorros. Sin embargo, lejos de ser un lugar de conservación y educación, se convirtió en lo que muchos describen como un "zoo de los horrores". Las condiciones en las que vivían los animales eran deplorables. Las jaulas eran pequeñas e inadecuadas, la atención veterinaria era escasa o inexistente, y los animales sufrían de malnutrición y falta de cuidados básicos.