Solo vengo a exponer un breve y conciso hecho que me pasó en mi anterior cuenta de Dadrio, resulta que después de pedir explicaciones sin faltar al respeto ni insultar me termina baneando cierto admin que es famoso por cosas como estas, una cuenta con 13 años baneada directamente por pedir algo sensato, el administrador que me baneó responde apenas seis comentarios antes.
¿Qué quiero con todo esto? El restablecimiento de mi anterior cuenta del año 2010 y la garantía que semejante admin no va a volver a proceder de semejante forma contra nadie, a la vista está que le va grande, de hecho hay incluso admins o exadmins que negativizan por sistema cualquier crítica al sitio.
Por favor @eirene ¿podrían devolverme la cuenta?
El susodicho comentario:
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Es muy lamentable que menéame obteniendo ingresos por publicidad, no tenga a un administrador de verdad que administre sin meterse en fregados de strikes a las semanas de los hechos, que esperan para contratar a alguien? Ya sabemos que las buenas intenciones están cargadas de multitud de "errores" humanos.
Y comunicarse con el abuse@meneame.net es comunicarse con quién te ha puesto el strike aleatorio incluso forocoches tiene mejor moderación.
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www.meneame.net/story/meneame-va-de-culo/c032#c-32
Un saludo a todos y gracias por vuestra atención.
Tengo un amigo, rondando el medio siglo de edad, que padece de ataques de pánico. Como suele pasar en bastantes casos de este tipo, normalmente es una persona muy tranquila. Rara vez se estresa, y digamos que siempre tiene su vida en orden (trabajo fijo, estabilidad familiar, etc.). Lo de los ataques de pánico no le viene de ahora, sino que los lleva padeciendo toda la vida. Él dice que, por fortuna, muy de cuando en cuando, le entra un ataque de ansiedad, sin causa aparente, que es muy difícil de controlar. Al principio tomaba benzodiacepinas (ansiolíticos) para tranquilizarse, pero es un tipo muy reacio a tomar medicación.
Me contó una cosa muy curiosa: un día descubrió, tras un ataque de ansiedad antes de que tuviera que ir al trabajo sí o sí, que el hecho de conducir le tranquilizó. Y mucho. Desde entonces, cuando tiene un ataque de pánico agarra las llaves del coche y se dedica a dar vueltas con él. Si no hay mucho tráfico a callejear; si hay más tráfico, por alguna carretera menos urbana. Diez, veinte, treinta kilómetros hasta que se le pasa.
Dice que la obligación de estar concentrado al volante, del embrague, el freno, el acelerador, el cambio de marchas y los intermitentes, le distraen de lo que más le impide relajarse durante un ataque, que es la respiración rápida, la taquicardia y la sudoración, además de los pensamientos negativos. Y lo mejor es que, una vez que se le pasa el ataque, al no haber tomado medicación, puede "volver a la normalidad", algo que no consigue con los tranquilizantes pues le provocan mucha somnolencia, niebla mental y desgana.
Pensé, después de que me contara todo esto, ¿y si la gente que está enganchada al coche para moverse a cualquier lado en realidad lo está utilizando como ansiolítico?
Me explico: observo que mucha, muchísima gente, es incapaz de centrarse en sus pensamientos. Que se pone nerviosa al escuchar su diálogo interno. Que se aburre sobremanera si no tiene en todo momento un hilo de actividad cerebral procedente de estímulos externos, aunque en el fondo sólo sea "ruido intelectual".
Creo que lo vemos todos los días, con la gente enganchadísima a su móvil. Gente incapaz de leer un libro porque el estímulo no es el suficiente para tenerlos concentrados. Personas que lo primero que hacen al llegar a casa es encender la tele, aunque no la vayan a ver.
Muchas personas que caminan o corren como deporte u ocio afirman que no lo hacen sólo para mejorar su estado físico, sino porque "es su tiempo". El rato en el que, entre zancada y zancada, pueden concentrarse en sus pensamientos, sus dudas y preocupaciones. Caminar o correr ligeramente se les hace perfecto porque es una actividad que requiere poca concentración y esfuerzo físico.
Pero, a la vez, muchas personas no son conscientes de la inutilidad que supone coger el coche para ciertos trayectos. El coche sólo es práctico en dos situaciones:
- Para trayectos superiores a 20 minutos andando, siempre que se vaya desde un punto A a un punto B (no haya que buscar aparcamiento) y el tráfico sea ligero o medio.
- Para trayectos superiores a 45 minutos andando, si se sale desde un punto A a un punto B indefinido (hay que buscar aparcamiento), y el tráfico es medio o congestionado.
Hay que tener en cuenta que, además del tráfico, los semáforos y los pasos de peatones (que hacen que varíe mucho la duración del trayecto) hay que añadir al menos cinco minutos desde que se sale de casa (o se accede a la plaza de garaje) hasta que nos ponemos en marcha, más, una vez aparcado el coche, llegamos al destino (salvo que aparquemos en la misma puerta). Si además hay que buscar aparcamiento, se puede tener suerte y encontrar aparcamiento en un par de minutos, o estar un cuarto de hora dando vueltas. A menos que se aparque en un parking, de los que para salir andando tampoco es que sea rápido.
A pesar de todo ello, vemos constantemente a personas que cogen el coche para un trayecto en el que se tarda andando quince minutos para llegar... en quince, veinte minutos o más. Puede entenderse si la persona tiene problemas de movilidad, o si se va a hacer la compra o recoger algo pesado. Pero éstos no son siempre el caso. Hay gente que lo hace para ir a la farmacia, o al gimnasio, o a trabajar.
De hecho, hay trayectos que, bien calculada la ruta, se hacen en menos tiempo en transporte público que en coche, dependiendo de la ciudad (carriles dedicados, por lo que se ahorran mucho tráfico) y las posibilidades de encontrar aparcamiento (lo bueno que tiene el transporte público es que no tienes que aparcar el metro/autobús, con lo que ahorras mucho tiempo). Además, hoy por hoy es rara la mediana o gran ciudad que no tiene una frecuencia de paso muy establecida, anunciada en las marquesinas o incluso en aplicaciones de móvil en tiempo real. Pero aún así, hay gente que no toma el transporte público "porque le aburre", o le hastía el tiempo de espera sin hacer nada (de ahí que las paradas de autobús y metro estén llenas de gente con la vista clavada en la pantalla de su smartphone).
Por todo eso, tengo la teoría de que el coche sirve muchas veces de ansiolítico, una forma de no escuchar nuestros propios pensamientos. Aunque el hecho de conducir provoque estrés en según qué situaciones, al menos no es el estrés de hacerle caso a nuestro cerebro. La gente que camina es porque le gusta pensar, porque disfruta observando lo que le rodea, porque le gusta escucharse a sí mismo.
Ésto hace que también crea que el problema real no es que haya muchos coches, sino que los usamos demasiado. El concepto social actual de inmediatez y constante prisa hace que, en muchos casos, el coche proporcione una sensación de ahorro de tiempo cuando, en realidad, puede ser todo lo contrario. Bajar al garaje o ir a donde esté aparcado el vehículo, arrancar, en invierno deshelar o quitar el rocío/condensación, salir a la carretera, semáforos, tráfico, pasos de cebra, obras, buscar (o no) aparcamiento... más el tiempo acumulado repostando/recargando, mantenimiento general y visitas al taller por el exceso de uso...
Quizá seríamos más conscientes de todo ello si camináramos más. O, como hace mi amigo, conduciendo sin destino, sólo para relajarse.
Hoy nos hemos desayunado con la bronca que se ha montado a costa del veto de Pablo Motos y/o su equipo a que un invitado, Jorge Martín, sea entrevistado en “La Revuelta” entes que en “El Hormiguero”. La propia cadena, Antena 3 ha reconocido indirectamente que la presión sobre el reciente campeón del mundo de moto GP se ha producido.
Ahora hay un cruce de declaraciones y opiniones sobre si Jorge Martín tenía firmada previamente una exclusiva con Antena 3, con que si no es la primera vez que Motos hace cosas similares, etc., etc…
Pero lo más divertido del tema es que todo esto ocurre, también, al día siguiente de la puesta en libertad del comisionista Aldama y de sus declaraciones sobre que va a aportar pruebas sobre la presunta corrupción de ciertos miembros del PSOE.
Hoy las redes, los foros y las tertulias televisivas abren con la “guerra sucia” de “El Hormiguero” que tapa notablemente la noticia político-judicial.
Pablo Motos, que tan claramente se viene significando contra el gobierno de Pedro Sánchez (antes presumía de programa para toda la familia y ahora incluye una tertulia política casi siempre para dar cera al gobierno progresista) no la ha visto venir. Su maniobra ha supuesto una clara distracción sobre uno de los temas que más pueden desgastar a su odiado gobierno.
Seguramente, que si pudies dar marcha atrás, dejaría pasar por una vez sus ansias de protagonismo y su juego sucio para no quitarle foco a Aldama. Pero lo hecho, hecho está y, además de provocar que salgan a la luz sus maniobras mafiosas, ha conseguido que se hable más de la programación televisiva que de la corrupción de Ábalos, Koldo y compañía.
¡Enhorabuena, Pablo!
A los romanos les encaba el color. Podemos ver esto en los innumerables frescos de las muy conocidas ciudades de Pompeya y Ercolano, las cuales nos han legado un numero impresionante de pinturas. Para los romanos, sus fuentes colorantes no estuvieron limitadas por lo que la naturaleza proporcionaba en su estado puro, si no que modificaban los colores de los pigmentos por calcinación. El caso mas amplio es la transformación de amarillos y ocres de hierro en rojo, de lo cual Vitrubio hace mención:
"<<Usta>>: es muy necesaria y se fabrica sin gran dificultad. Pues si cueces en el fuego tierra de ocre bueno y la enfrías después vertiendo vinagre muy fuerte, una esponja mojada (en este líquido) dará un color purpúreo. Si la reduces a polvo resulta la <<usta>>"
Ejemplo de calcinación de limonita/goethita. Este ejemplo es rudimentario y no controlado.
El rojo, aunque sea un cliché, es el color principal de la paleta romana, y empleado en muchos fondos de frescos, así como en escudos. En otras ocasiones se recurre la sinterización de pigmentos desde 0, caso del azul egipcio, técnica que ellos aprendieron de los egipcios, o de pigmentos de innovación propia, como recoge Plinio en su libro XXXV sobre nuevos pigmentos creados por diversos artistas según cita:
"Nicómaco y Parrasio fueron los primeros en servirse de la creta blanca de Eretria, Polignoto y Micón obtuvieron por primera vez un pigmento negro con el orujo de uva, Apeles preparó el negro de marfil, Nicias empleo por primera vez el minio de plomo.".
Una frita de azul egipcio de fabricación romana hallada en Moraleda de Zafayona, Granada, España.
Como vemos, la innovación y el desarrollo de mejores colores fue un motor en el arte romano, a fin de superar problemas relacionados con la disponibilidad o las propiedades de otros pigmentos (saturación, luminosidad, poder cubriente, resistencia ambiental). Sin embargo, la amplia gama de colores de los que llegaron a disponer los artistas romanos se volvió en su contra. Vitrubio, Plinio y Petronio hablan de manera contundente sobre lo que para ellos era la decadencia de la pintura romana, mas centrada en el abuso del color que en la técnica, sucumbiendo a las modas pasajeras y a la fantasía en lugar de plasmar la realidad, puntos alejados de las teóricas clasicistas heredadas de los griegos. Plinio se lamenta:
"Con sólo cuatro colores, el melinum para los blancos, el sil ático para los amarillos, la sinopis del Ponto para los rojos, y el atramento para los negros, Apeles, Echion, Melanthius, Nicómaco, ejecutaron obras inmortales; pintores tan célebres, que sólo uno de sus cuadros era comprado por el precio de tesoros de ciudades".
La paleta griega era tetacromática, compuesta por los colores descritos en el pasaje de Plinio: blanco, amarillo, rojo y negro. El azul quedaba descartado por connotaciones filosóficas relacionadas con la noche, la muerte y las tinieblas.
Las quejas de Plinio sobre la pintura decorativa y el abuso del color no quedan aquí:
"Terminemos primero aquello que aún nos queda por decir sobre la pintura, arte antes ilustre, cuando los reyes y los pueblos lo codiciaban, e ilustraba a aquellos que se dignaban ser recordados con su imagen para la posteridad. Pero hoy ha sido completamente expulsado por el mármol, e incluso por el oro. Ya ni los entrepaños de mármol nos gustan, ni aquellas porciones de montañas que la sierra extiende en nuestros dormitorios; nos hemos puesto a pintar incluso las piedras".
"Hoy que la púrpura se emplea para pintar las murallas, y la India nos envía el lodo de sus ríos (14) y la sangre de sus dragones y elefantes, la pintura no da ya más obras de arte. Por tanto todo iba mejor cuando los recursos eran menores. Sí, así es, porque como ya dijimos más arriba, se fijan en el valor de la materia, y no en el del genio".
Petronio, en el Satiricón, narra un diálogo entre Encolpio y Eumolpo:
"- Le pregunté a qué causas atribuía la decadencia de las bellas artes en el presente siglo, sobre todo en cuanto atañía a la pintura.
- El amor a las riquezas -me contestó- ha producido este triste resultado. En tiempo de nuestros antepasados, cuando sólo se honraba el mérito, florecían las bellas artes y los hombres disputábanse a porfía la gloria de transmitir a los siglos venideros los descubrimientos útiles. Demócrito, Hércules de la ciencia, destilaba el jugo de todas las plantas conocidas y se pasaba la vida haciendo experimentos para conocer las propiedades de vegetales y minerales. Eudoxio envejeció en la cumbre de una montaña para observar lo más cerca posible los movimientos del cielo y de los astros. Crisipo tomaba eléboro tres veces para purificarse el espíritu y prepararlo a nuevos descubrimientos. Y, volviendo a las artes plásticas, murió Lisipo de hambre, ocupado solo en perfeccionar los contornos de una estatua, Y Mirón, que infundió en el bronce el alma humana y el instinto animal, no encontró heredero. Sumidos nosotros en el vicio y en la embriaguez, no nos atrevemos ni a elevarnos al conocimiento de las artes inventadas en otro tiempo: detractores de lo antiguo, no conocemos más ciencia que la disolución, de la cual somos ejemplo y precepto vivientes. ¿Qué se hizo de la dialéctica? ¿Y la astronomía? ¿Y la moral, camino recto de la sabiduría? ¿A quién se ve hoy entrar en un templo, invocando a los dioses para alcanzar la perfección de la elocuencia o para descubrir los ocultos manantiales de la filosofía? Ni siquiera se le pide la salud. Mira a esa muchedumbre que se encamina al Capitolio: antes de llegar al umbral del templo, uno promete ofrendas, si se le muere un pariente rico; otro, si descubre un tesoro; otro, si antes de morir llega a juntar algunos millones de sestercios.Al senado, al mismo senado, árbitro del honor y de la justicia, le hemos visto ofrecer a Jupiter mil marcos de oro, y así parece despertar la avaricia ajena, puesto que intenta atraerse el favor del cielo a fuerza de dinero. No te asombre, por consiguiente, la decadencia de la pintura, ya que dioses y hombres ven con más gusto una barra de oro que todas las obras maestras de Apeles y Fidias y demás griegos locos, como ellos los llaman"
Vitrubio también hace mención sobre esto:
"Los antiguos no buscaban ni estimaban más que el talento del artista y la perfección del trabajo, mientras que hoy se estima una sóla cosa: el brillo de los colores. La ciencia del pintor no cuenta para nada, y no se aprecia más que el gasto realizado por el que encarga el trabajo: se sabe, por ejemplo, que los antiguos dosificaban el minium como droga muy rara, y en el presente se recubre con éste murallas enteras; se emplean con la misma profusión la crisocolla, el color púrpura y el azur (16). Las pinturas realizadas con estos colores, aun sin arte, no dejan de tener mucho esplendor; pero son tan caras que las leyes han ordenado que no sean en absoluto suministradas por los pintores, sino por los que realizan el encargo".
Los pigmentos mas luminosos y mas saturados eran los mas demandados, pero también los mas caros. Plinio los denomina floridi, entre los cuales entrarían, entre otros, el azul egipcio, el cinabrio (el minio romano), el minio (nuestro minio rojo de plomo), realgar, oropimente, crisocola, purpurissum, armenium, etc, mientras que el resto los denominaba austeri, es decir, los pigmentos comunes, entre los que entrarían los compuestos a base de óxidos de hierro, tierras verdes, cretas, tizas, almagras, etc. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar, los colores floridi no eran siempre los mejores o, incluso, aptos para según que técnicas. El minio (el romano, es decir, el cinabrio), por ejemplo, se torna negruzco con el tiempo debido a las condiciones ambientales. De esto Vitrubio nos deja un texto:
"Cuando, pues, el bermellón, por el abandono del azogue ha perdido su vigor natural, se vuelve naturalmente tierno y débil. Asi que, cuando se le utiliza para los enlucidos de habitaciones cerradas, mantiene sin alterarse su color. Pero empleado en lugares abiertos, como son los peristilos, las exedras y otros semejantes, en los que los rayos del Sol y de la Luna pueden penetrar, el bermellón se altera, pierde pronto la viveza de su color y se ennegrece.
Eso les ha ocurrido a muchos, y especialmente al escribano Faberio, que habiendo querido tener en el Aventino una casa elegantemente decorada, hizo pintar todas las paredes de los peristilos y galería con bermellón(minium); y éstas, al cabo de treinta días, tomaron un tinte feo y desigual, por lo que se vio obligado a aplicar sobre aquél otros colores."
Este efecto ha sido apreciado por los arqueólogos modernos en excavaciones realizadas en Ostia en la Schola de Trajano.
Tras un año, cifra mayor a la dada por Vitrubio, el cinabrio comienza a desarrollar manchas negras, cada vez más amplias.
Y después de todo esto, en realidad parte sus quejas tienen razón. Supongo que desde el lado del artista (cosa que no soy), el color es solo un recurso y que el mejor recurso de tu obra sea el empleo de los mejores colores en lugar de los elementos mas fundamentales que componen el arte, como la técnica, la ejecución, el color (en una manera de entenderlo orientada a la de Plinio y Vitrubio), etc, resulta en una obra mediocre, o por lo menos, en algo que no destaca por las cualidades que debería destacar. Plinio y Vitrubio se alegrarían de saber que mi empleo de los colores se limita a los austeri, aunque la verdad, la razón es el alto coste de los colores floridi. Por fortuna no seré objetivo de sus criticas.
He tratado de no hacer algo infumablemente largo, por lo que tuve que recortar mucho. Ilustraré, si me lo pedís, algunos de estos minerales o pigmentos en los comentarios.
Fuentes:
Como ando detrás de una cosa rara, me ha surgido una duda, he preguntado por ahí, y he recibido respuestas dispares. Así que aprovecho que en esta comunidad siempre hay gente que sabe un cojón de muchas cosas y planteo mi pregunta.
Supongamos que tenemos una cuerda de un diámetro y material determinados, el que sea. Esa cuerda, de un metro de longitud, puede sostener un peso de 500Kg.
Si la cuerda midiese veinte metros, ¿soportaría los mismos 500 Kg o su carga máxima sería menor? Ya descuento el peso de la propia cuerda, por supuesto. No he picado en eso.
Me han respondido de todo y tengo muchas dudas.
Muchas gracias de antemano.
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(Noticias inventadas pero adaptadas de noticias reales.) Hasta las mismas partes internas y personales estoy...
menéame