Solo vengo a exponer un breve y conciso hecho que me pasó en mi anterior cuenta de Dadrio, resulta que después de pedir explicaciones sin faltar al respeto ni insultar me termina baneando cierto admin que es famoso por cosas como estas, una cuenta con 13 años baneada directamente por pedir algo sensato, el administrador que me baneó responde apenas seis comentarios antes.
¿Qué quiero con todo esto? El restablecimiento de mi anterior cuenta del año 2010 y la garantía que semejante admin no va a volver a proceder de semejante forma contra nadie, a la vista está que le va grande, de hecho hay incluso admins o exadmins que negativizan por sistema cualquier crítica al sitio.
Por favor @eirene ¿podrían devolverme la cuenta?
El susodicho comentario:
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Es muy lamentable que menéame obteniendo ingresos por publicidad, no tenga a un administrador de verdad que administre sin meterse en fregados de strikes a las semanas de los hechos, que esperan para contratar a alguien? Ya sabemos que las buenas intenciones están cargadas de multitud de "errores" humanos.
Y comunicarse con el abuse@meneame.net es comunicarse con quién te ha puesto el strike aleatorio incluso forocoches tiene mejor moderación.
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www.meneame.net/story/meneame-va-de-culo/c032#c-32
Un saludo a todos y gracias por vuestra atención.
Tengo un amigo, rondando el medio siglo de edad, que padece de ataques de pánico. Como suele pasar en bastantes casos de este tipo, normalmente es una persona muy tranquila. Rara vez se estresa, y digamos que siempre tiene su vida en orden (trabajo fijo, estabilidad familiar, etc.). Lo de los ataques de pánico no le viene de ahora, sino que los lleva padeciendo toda la vida. Él dice que, por fortuna, muy de cuando en cuando, le entra un ataque de ansiedad, sin causa aparente, que es muy difícil de controlar. Al principio tomaba benzodiacepinas (ansiolíticos) para tranquilizarse, pero es un tipo muy reacio a tomar medicación.
Me contó una cosa muy curiosa: un día descubrió, tras un ataque de ansiedad antes de que tuviera que ir al trabajo sí o sí, que el hecho de conducir le tranquilizó. Y mucho. Desde entonces, cuando tiene un ataque de pánico agarra las llaves del coche y se dedica a dar vueltas con él. Si no hay mucho tráfico a callejear; si hay más tráfico, por alguna carretera menos urbana. Diez, veinte, treinta kilómetros hasta que se le pasa.
Dice que la obligación de estar concentrado al volante, del embrague, el freno, el acelerador, el cambio de marchas y los intermitentes, le distraen de lo que más le impide relajarse durante un ataque, que es la respiración rápida, la taquicardia y la sudoración, además de los pensamientos negativos. Y lo mejor es que, una vez que se le pasa el ataque, al no haber tomado medicación, puede "volver a la normalidad", algo que no consigue con los tranquilizantes pues le provocan mucha somnolencia, niebla mental y desgana.
Pensé, después de que me contara todo esto, ¿y si la gente que está enganchada al coche para moverse a cualquier lado en realidad lo está utilizando como ansiolítico?
Me explico: observo que mucha, muchísima gente, es incapaz de centrarse en sus pensamientos. Que se pone nerviosa al escuchar su diálogo interno. Que se aburre sobremanera si no tiene en todo momento un hilo de actividad cerebral procedente de estímulos externos, aunque en el fondo sólo sea "ruido intelectual".
Creo que lo vemos todos los días, con la gente enganchadísima a su móvil. Gente incapaz de leer un libro porque el estímulo no es el suficiente para tenerlos concentrados. Personas que lo primero que hacen al llegar a casa es encender la tele, aunque no la vayan a ver.
Muchas personas que caminan o corren como deporte u ocio afirman que no lo hacen sólo para mejorar su estado físico, sino porque "es su tiempo". El rato en el que, entre zancada y zancada, pueden concentrarse en sus pensamientos, sus dudas y preocupaciones. Caminar o correr ligeramente se les hace perfecto porque es una actividad que requiere poca concentración y esfuerzo físico.
Pero, a la vez, muchas personas no son conscientes de la inutilidad que supone coger el coche para ciertos trayectos. El coche sólo es práctico en dos situaciones:
- Para trayectos superiores a 20 minutos andando, siempre que se vaya desde un punto A a un punto B (no haya que buscar aparcamiento) y el tráfico sea ligero o medio.
- Para trayectos superiores a 45 minutos andando, si se sale desde un punto A a un punto B indefinido (hay que buscar aparcamiento), y el tráfico es medio o congestionado.
Hay que tener en cuenta que, además del tráfico, los semáforos y los pasos de peatones (que hacen que varíe mucho la duración del trayecto) hay que añadir al menos cinco minutos desde que se sale de casa (o se accede a la plaza de garaje) hasta que nos ponemos en marcha, más, una vez aparcado el coche, llegamos al destino (salvo que aparquemos en la misma puerta). Si además hay que buscar aparcamiento, se puede tener suerte y encontrar aparcamiento en un par de minutos, o estar un cuarto de hora dando vueltas. A menos que se aparque en un parking, de los que para salir andando tampoco es que sea rápido.
A pesar de todo ello, vemos constantemente a personas que cogen el coche para un trayecto en el que se tarda andando quince minutos para llegar... en quince, veinte minutos o más. Puede entenderse si la persona tiene problemas de movilidad, o si se va a hacer la compra o recoger algo pesado. Pero éstos no son siempre el caso. Hay gente que lo hace para ir a la farmacia, o al gimnasio, o a trabajar.
De hecho, hay trayectos que, bien calculada la ruta, se hacen en menos tiempo en transporte público que en coche, dependiendo de la ciudad (carriles dedicados, por lo que se ahorran mucho tráfico) y las posibilidades de encontrar aparcamiento (lo bueno que tiene el transporte público es que no tienes que aparcar el metro/autobús, con lo que ahorras mucho tiempo). Además, hoy por hoy es rara la mediana o gran ciudad que no tiene una frecuencia de paso muy establecida, anunciada en las marquesinas o incluso en aplicaciones de móvil en tiempo real. Pero aún así, hay gente que no toma el transporte público "porque le aburre", o le hastía el tiempo de espera sin hacer nada (de ahí que las paradas de autobús y metro estén llenas de gente con la vista clavada en la pantalla de su smartphone).
Por todo eso, tengo la teoría de que el coche sirve muchas veces de ansiolítico, una forma de no escuchar nuestros propios pensamientos. Aunque el hecho de conducir provoque estrés en según qué situaciones, al menos no es el estrés de hacerle caso a nuestro cerebro. La gente que camina es porque le gusta pensar, porque disfruta observando lo que le rodea, porque le gusta escucharse a sí mismo.
Ésto hace que también crea que el problema real no es que haya muchos coches, sino que los usamos demasiado. El concepto social actual de inmediatez y constante prisa hace que, en muchos casos, el coche proporcione una sensación de ahorro de tiempo cuando, en realidad, puede ser todo lo contrario. Bajar al garaje o ir a donde esté aparcado el vehículo, arrancar, en invierno deshelar o quitar el rocío/condensación, salir a la carretera, semáforos, tráfico, pasos de cebra, obras, buscar (o no) aparcamiento... más el tiempo acumulado repostando/recargando, mantenimiento general y visitas al taller por el exceso de uso...
Quizá seríamos más conscientes de todo ello si camináramos más. O, como hace mi amigo, conduciendo sin destino, sólo para relajarse.
Pregunta a ChatGPT:
"Si hubiera ganado la Segunda Republica, ¿hoy viviriamos mas distribuidos en distintas ciudades de España y habría mas barrios con casas jardin como en europa y menos pisos?"
Respuesta:
Es una pregunta interesante que plantea una hipótesis histórica: ¿cómo habría sido España si la Segunda República hubiera perdurado? Las políticas y decisiones tomadas durante este periodo habrían tenido un impacto potencial en la distribución geográfica de la población y en la forma del urbanismo en el país. Aunque no podemos predecir con certeza cómo habrían evolucionado las cosas, podemos hacer algunas conjeturas basadas en los proyectos de la República y las tendencias sociales y urbanísticas de la época.
La Segunda República (1931-1939) se caracterizó por un impulso de reformas políticas, sociales y económicas. Aunque fue un periodo corto y de gran inestabilidad, hubo ciertos movimientos y proyectos que podrían haber influido en una distribución más equitativa de la población y en un modelo urbano diferente al actual.
Es importante recordar que la Guerra Civil (1936-1939) truncó muchas de las reformas impulsadas por la República, y el posterior régimen franquista adoptó una política muy diferente en cuanto a la planificación urbana y la vivienda. Durante el franquismo, el crecimiento de las grandes ciudades como Madrid fue impulsado por la industrialización y la urbanización acelerada, lo que llevó a la construcción de grandes bloques de pisos y a la concentración de población en áreas urbanas, en lugar de promover la descentralización hacia ciudades más pequeñas.
Si la Segunda República hubiera perdurado, es plausible que:
Sin embargo, este modelo se vio truncado por la Guerra Civil y el régimen franquista, que adoptó un enfoque mucho más centralizado y con un crecimiento urbano más orientado a la densificación de las grandes ciudades. En todo caso, la Segunda República habría ofrecido una oportunidad para un desarrollo más equilibrado del país en términos de distribución de la población y tipo de vivienda, aunque no hay garantía de que se hubiera logrado por completo debido a la complejidad de los cambios sociales y económicos que se estaban produciendo en ese momento
Ayer os presentamos a la nueva figura de atención al usuario, hoy Eirene ha decidido abandonarnos. Tras atender a los usuarios durante 24 horas, se ha hecho una idea a lo que se enfrenta, y ha preferido poner tierra de por medio. Eirene llegó lleno de ganas de echar una mano, y las ganas se fueron tan rápido como llegaron.
Eirene no tenía prejuicios. Ahora los tiene con todos los meneantes por igual. Ya no podréis ver su perfil, lo ha eliminado.
El nombre pasará a la historia como Eirene, el breve.
Gracias por intentarlo.
Como ando detrás de una cosa rara, me ha surgido una duda, he preguntado por ahí, y he recibido respuestas dispares. Así que aprovecho que en esta comunidad siempre hay gente que sabe un cojón de muchas cosas y planteo mi pregunta.
Supongamos que tenemos una cuerda de un diámetro y material determinados, el que sea. Esa cuerda, de un metro de longitud, puede sostener un peso de 500Kg.
Si la cuerda midiese veinte metros, ¿soportaría los mismos 500 Kg o su carga máxima sería menor? Ya descuento el peso de la propia cuerda, por supuesto. No he picado en eso.
Me han respondido de todo y tengo muchas dudas.
Muchas gracias de antemano.
A los romanos les encaba el color. Podemos ver esto en los innumerables frescos de las muy conocidas ciudades de Pompeya y Ercolano, las cuales nos han legado un numero impresionante de pinturas. Para los romanos, sus fuentes colorantes no estuvieron limitadas por lo que la naturaleza proporcionaba en su estado puro, si no que modificaban los colores de los pigmentos por calcinación. El caso mas amplio es la transformación de amarillos y ocres de hierro en rojo, de lo cual Vitrubio hace mención:
"<<Usta>>: es muy necesaria y se fabrica sin gran dificultad. Pues si cueces en el fuego tierra de ocre bueno y la enfrías después vertiendo vinagre muy fuerte, una esponja mojada (en este líquido) dará un color purpúreo. Si la reduces a polvo resulta la <<usta>>"
Ejemplo de calcinación de limonita/goethita. Este ejemplo es rudimentario y no controlado.
El rojo, aunque sea un cliché, es el color principal de la paleta romana, y empleado en muchos fondos de frescos, así como en escudos. En otras ocasiones se recurre la sinterización de pigmentos desde 0, caso del azul egipcio, técnica que ellos aprendieron de los egipcios, o de pigmentos de innovación propia, como recoge Plinio en su libro XXXV sobre nuevos pigmentos creados por diversos artistas según cita:
"Nicómaco y Parrasio fueron los primeros en servirse de la creta blanca de Eretria, Polignoto y Micón obtuvieron por primera vez un pigmento negro con el orujo de uva, Apeles preparó el negro de marfil, Nicias empleo por primera vez el minio de plomo.".
Una frita de azul egipcio de fabricación romana hallada en Moraleda de Zafayona, Granada, España.
Como vemos, la innovación y el desarrollo de mejores colores fue un motor en el arte romano, a fin de superar problemas relacionados con la disponibilidad o las propiedades de otros pigmentos (saturación, luminosidad, poder cubriente, resistencia ambiental). Sin embargo, la amplia gama de colores de los que llegaron a disponer los artistas romanos se volvió en su contra. Vitrubio, Plinio y Petronio hablan de manera contundente sobre lo que para ellos era la decadencia de la pintura romana, mas centrada en el abuso del color que en la técnica, sucumbiendo a las modas pasajeras y a la fantasía en lugar de plasmar la realidad, puntos alejados de las teóricas clasicistas heredadas de los griegos. Plinio se lamenta:
"Con sólo cuatro colores, el melinum para los blancos, el sil ático para los amarillos, la sinopis del Ponto para los rojos, y el atramento para los negros, Apeles, Echion, Melanthius, Nicómaco, ejecutaron obras inmortales; pintores tan célebres, que sólo uno de sus cuadros era comprado por el precio de tesoros de ciudades".
La paleta griega era tetacromática, compuesta por los colores descritos en el pasaje de Plinio: blanco, amarillo, rojo y negro. El azul quedaba descartado por connotaciones filosóficas relacionadas con la noche, la muerte y las tinieblas.
Las quejas de Plinio sobre la pintura decorativa y el abuso del color no quedan aquí:
"Terminemos primero aquello que aún nos queda por decir sobre la pintura, arte antes ilustre, cuando los reyes y los pueblos lo codiciaban, e ilustraba a aquellos que se dignaban ser recordados con su imagen para la posteridad. Pero hoy ha sido completamente expulsado por el mármol, e incluso por el oro. Ya ni los entrepaños de mármol nos gustan, ni aquellas porciones de montañas que la sierra extiende en nuestros dormitorios; nos hemos puesto a pintar incluso las piedras".
"Hoy que la púrpura se emplea para pintar las murallas, y la India nos envía el lodo de sus ríos (14) y la sangre de sus dragones y elefantes, la pintura no da ya más obras de arte. Por tanto todo iba mejor cuando los recursos eran menores. Sí, así es, porque como ya dijimos más arriba, se fijan en el valor de la materia, y no en el del genio".
Petronio, en el Satiricón, narra un diálogo entre Encolpio y Eumolpo:
"- Le pregunté a qué causas atribuía la decadencia de las bellas artes en el presente siglo, sobre todo en cuanto atañía a la pintura.
- El amor a las riquezas -me contestó- ha producido este triste resultado. En tiempo de nuestros antepasados, cuando sólo se honraba el mérito, florecían las bellas artes y los hombres disputábanse a porfía la gloria de transmitir a los siglos venideros los descubrimientos útiles. Demócrito, Hércules de la ciencia, destilaba el jugo de todas las plantas conocidas y se pasaba la vida haciendo experimentos para conocer las propiedades de vegetales y minerales. Eudoxio envejeció en la cumbre de una montaña para observar lo más cerca posible los movimientos del cielo y de los astros. Crisipo tomaba eléboro tres veces para purificarse el espíritu y prepararlo a nuevos descubrimientos. Y, volviendo a las artes plásticas, murió Lisipo de hambre, ocupado solo en perfeccionar los contornos de una estatua, Y Mirón, que infundió en el bronce el alma humana y el instinto animal, no encontró heredero. Sumidos nosotros en el vicio y en la embriaguez, no nos atrevemos ni a elevarnos al conocimiento de las artes inventadas en otro tiempo: detractores de lo antiguo, no conocemos más ciencia que la disolución, de la cual somos ejemplo y precepto vivientes. ¿Qué se hizo de la dialéctica? ¿Y la astronomía? ¿Y la moral, camino recto de la sabiduría? ¿A quién se ve hoy entrar en un templo, invocando a los dioses para alcanzar la perfección de la elocuencia o para descubrir los ocultos manantiales de la filosofía? Ni siquiera se le pide la salud. Mira a esa muchedumbre que se encamina al Capitolio: antes de llegar al umbral del templo, uno promete ofrendas, si se le muere un pariente rico; otro, si descubre un tesoro; otro, si antes de morir llega a juntar algunos millones de sestercios.Al senado, al mismo senado, árbitro del honor y de la justicia, le hemos visto ofrecer a Jupiter mil marcos de oro, y así parece despertar la avaricia ajena, puesto que intenta atraerse el favor del cielo a fuerza de dinero. No te asombre, por consiguiente, la decadencia de la pintura, ya que dioses y hombres ven con más gusto una barra de oro que todas las obras maestras de Apeles y Fidias y demás griegos locos, como ellos los llaman"
Vitrubio también hace mención sobre esto:
"Los antiguos no buscaban ni estimaban más que el talento del artista y la perfección del trabajo, mientras que hoy se estima una sóla cosa: el brillo de los colores. La ciencia del pintor no cuenta para nada, y no se aprecia más que el gasto realizado por el que encarga el trabajo: se sabe, por ejemplo, que los antiguos dosificaban el minium como droga muy rara, y en el presente se recubre con éste murallas enteras; se emplean con la misma profusión la crisocolla, el color púrpura y el azur (16). Las pinturas realizadas con estos colores, aun sin arte, no dejan de tener mucho esplendor; pero son tan caras que las leyes han ordenado que no sean en absoluto suministradas por los pintores, sino por los que realizan el encargo".
Los pigmentos mas luminosos y mas saturados eran los mas demandados, pero también los mas caros. Plinio los denomina floridi, entre los cuales entrarían, entre otros, el azul egipcio, el cinabrio (el minio romano), el minio (nuestro minio rojo de plomo), realgar, oropimente, crisocola, purpurissum, armenium, etc, mientras que el resto los denominaba austeri, es decir, los pigmentos comunes, entre los que entrarían los compuestos a base de óxidos de hierro, tierras verdes, cretas, tizas, almagras, etc. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar, los colores floridi no eran siempre los mejores o, incluso, aptos para según que técnicas. El minio (el romano, es decir, el cinabrio), por ejemplo, se torna negruzco con el tiempo debido a las condiciones ambientales. De esto Vitrubio nos deja un texto:
"Cuando, pues, el bermellón, por el abandono del azogue ha perdido su vigor natural, se vuelve naturalmente tierno y débil. Asi que, cuando se le utiliza para los enlucidos de habitaciones cerradas, mantiene sin alterarse su color. Pero empleado en lugares abiertos, como son los peristilos, las exedras y otros semejantes, en los que los rayos del Sol y de la Luna pueden penetrar, el bermellón se altera, pierde pronto la viveza de su color y se ennegrece.
Eso les ha ocurrido a muchos, y especialmente al escribano Faberio, que habiendo querido tener en el Aventino una casa elegantemente decorada, hizo pintar todas las paredes de los peristilos y galería con bermellón(minium); y éstas, al cabo de treinta días, tomaron un tinte feo y desigual, por lo que se vio obligado a aplicar sobre aquél otros colores."
Este efecto ha sido apreciado por los arqueólogos modernos en excavaciones realizadas en Ostia en la Schola de Trajano.
Tras un año, cifra mayor a la dada por Vitrubio, el cinabrio comienza a desarrollar manchas negras, cada vez más amplias.
Y después de todo esto, en realidad parte sus quejas tienen razón. Supongo que desde el lado del artista (cosa que no soy), el color es solo un recurso y que el mejor recurso de tu obra sea el empleo de los mejores colores en lugar de los elementos mas fundamentales que componen el arte, como la técnica, la ejecución, el color (en una manera de entenderlo orientada a la de Plinio y Vitrubio), etc, resulta en una obra mediocre, o por lo menos, en algo que no destaca por las cualidades que debería destacar. Plinio y Vitrubio se alegrarían de saber que mi empleo de los colores se limita a los austeri, aunque la verdad, la razón es el alto coste de los colores floridi. Por fortuna no seré objetivo de sus criticas.
He tratado de no hacer algo infumablemente largo, por lo que tuve que recortar mucho. Ilustraré, si me lo pedís, algunos de estos minerales o pigmentos en los comentarios.
Fuentes:
Bastián Baltasar Bux se sentía atrapado entre pantallas. Cada día, al despertar y antes de acostarse, revisaba sus redes, donde el acoso era constante, silencioso y voraz. A diferencia del colegio, donde los golpes y las risas burlonas se detenían al sonar la campana, en el mundo virtual no había un final. Allí, los insultos fluían sin descanso, como si fueran impulsados por una máquina de odio perpetua. Todo comenzó con una foto que él mismo había subido en un intento de encajar. «No es gran cosa», se había dicho, tratando de convencerse mientras la publicaba. Era solo él, en su habitación, frente a un póster de su película favorita, intentando sonreír de forma casual. Sin embargo, en cuestión de minutos, los comentarios comenzaron a aparecer:
«¿De verdad sales así de casa?», escribió uno de sus compañeros de clase, y los «me gusta» de apoyo al comentario se acumularon rápidamente. Otro añadió: «Parece que vives en una cueva… ¿alguna vez te has mirado al espejo?» Y así, comentario tras comentario, Bastián se vio envuelto en una red de burlas que parecía más grande de lo que podía soportar. Los mensajes privados tampoco tardaron en llegar. «Bastián, nadie te quiere aquí. ¿Por qué no desapareces?» Uno tras otro, todos anónimos, sin rostro ni responsabilidad, como si fueran disparos lanzados desde la oscuridad. De alguna manera, el desprecio de aquellos perfiles anónimos dolía tanto como el de sus compañeros, quizás más, pues nunca sabía si quien lo atacaba era alguien de su clase, de su barrio, o alguien que simplemente había encontrado la foto y decidió unirse a la crueldad colectiva.
A veces, en su perfil, aparecían memes con su cara: alguien había cogido la foto que había subido y, usando algún filtro, la había convertido en una caricatura grotesca. La imagen de un chico tímido con cara de asombro circulaba con frases como «Alerta de friki», «El raro de la escuela» o «¿Te has visto en un espejo, Bastián?». Cada vez que abría la app, otra notificación le avisaba que alguien había comentado, compartido o agregado algún nuevo insulto. Para Bastián, las redes, que deberían ser un lugar para conectar con otros, se habían convertido en una prisión. Y el eco constante de aquellas burlas le pesaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Sabía que debería eliminarlas, cerrar las aplicaciones o, al menos, bloquear a aquellos perfiles, pero había algo que lo mantenía atado. Era como si se hubiera convertido en un espectador de su propio tormento, incapaz de apartar la mirada, fascinado por el abismo oscuro que aquellas palabras abrían ante él.
Hasta que, una noche, decidió buscar una distracción y dejó que sus dedos lo llevaran por páginas desconocidas de internet. Así fue como encontró aquel sitio que prometía una especie de «aventura en vivo», casi como si adivinara su desesperación y ofreciera un escape. Sus noches de insomnio lo llevaban de un enlace anodino a otro, sin rumbo, hasta que, en uno de esos deslices digitales, se topó con un sitio que prometía algo tan ambiguo como tentador: «Puedes disfrutar de una aventura fantástica aquí». Sin pensarlo dos veces, y con ese hastío propio de quien necesita distraerse, Bastián pulsó el enlace. La pantalla se llenó de colores brillantes y sonidos de monedas tintineando. Sin embargo, algo en aquella página era distinto: el fondo oscuro del sitio empezó a moverse como si una niebla de píxeles se disolviera lentamente, y las letras de la pantalla parpadearon hasta que formaron un mensaje:
«Bienvenido a Nueva Fantasía».
Confundido, Bastián frunció el ceño. ¿Era un truco de márquetin? ¿Una publicidad invasiva? Sin embargo, algo en aquel mensaje tenía un magnetismo inquietante, como si le hablara directamente, como si le invitara a cruzar un umbral. Sin pensarlo, movió el ratón y pulsó en una pestaña llamada «Empieza el juego». De inmediato, su pantalla se transformó en una nueva dimensión de realidad virtual.
Despertó en lo que parecía un gigantesco salón de apuestas. Frente a él, un cartel flotante parpadeaba con letras doradas: «Bienvenido a las Pruebas de Nueva Fantasía. Si quieres sobrevivir, debes ganar. ¡Apuesta o desaparece!». Bastián comprendió que este juego, por absurdo que pareciera, no era un simulador común de un casino online. Empezó a caminar y el primer reto le aguardaba: una mesa de póker en la que el crupier, un avatar con aspecto de antiguo caballero, le sonreía desafiante.
—Para avanzar, Bastián —dijo el crupier con tono amenazante—, tienes que vencerme en una partida. Aquí no hay dragones ni espadas; solo cartas y probabilidades.
En cada ronda, Bastián perdía más fichas y, con cada derrota, sentía un hormigueo en las manos. «¿Será esto adictivo?» pensó, tratando de recordar cuánto dinero virtual había invertido ya. Al final, salió vencedor, pero no sin una sensación extraña, como si hubiera cedido un fragmento de su paciencia a aquel crupier que sonreía con una malicia artificial. Respirando hondo, cruzó una puerta que apareció al fondo del salón, llevándolo a un paisaje desconocido. Pero antes de adentrarse, otro mensaje flotante apareció en la pantalla: «¿Quieres conocer tu destino? Las apuestas deportivas pueden ayudarte a predecirlo».
El siguiente reto era un campo de fútbol infinito en el que los jugadores se movían en patrones absurdos y caóticos. «Acierta el resultado y pasa a la siguiente fase», resonó una voz desde el aire. Pero no era tan simple: el marcador fluctuaba con cada tiro y, a medida que Bastián intentaba predecir, se daba cuenta de que su propio estado de ánimo influía en los números. Cada mala predicción hacía que la pantalla parpadeara en tonos rojos, y una sensación de frustración lo invadía. Finalmente, tras varios intentos, la voz le concedió el pase al siguiente nivel, un tanto burlona: «Tus dotes de apostador son… suficientes».
Tras el campo de fútbol apareció un pasadizo que lo transportó a lo que parecía una versión futurista de Tinder. Desconcertado, Bastián vio su rostro proyectado en la pantalla junto a decenas de perfiles de otros avatares, cada uno más idealizado que el anterior. En la esquina superior, una flecha le indicaba deslizar hacia la derecha o la izquierda. «¿Y qué tiene esto que ver con Fantasía?», se preguntó, pero no tardó en comprender: cada vez que deslizó, un destello de luz revelaba escenas de otros usuarios en citas virtuales, cada cual más inverosímil y absurda.
—Para continuar —le dijo un avatar femenino que apareció de la nada—, tienes que conquistarme con el mensaje perfecto.
Bastián, incrédulo, improvisó, citando a media docena de autores de autoayuda y agregando un par de frases ambiguas sobre el destino y la belleza interior. Sorprendentemente, funcionó. El avatar sonrió y le indicó la siguiente puerta, que esta vez lo llevó a una dimensión llena de imágenes brillantes y filtros de Instagram. Cada imagen parecía una copia de la anterior: paisajes, desayunos perfectos, selfies en parajes exóticos, cada uno gritando «perfección» de una forma ensayada. El mensaje de la pantalla era claro: «Gana seguidores y obtendrás la clave para salir».
La ironía lo golpeó fuerte. Tenía que construir una imagen de sí mismo que agradara a esos espectadores invisibles, igual que en la vida real. Subió una selfie, añadió filtros, hashtags de lugares que jamás había visitado. Cada me gusta incrementaba una barra de popularidad. Tras alcanzar el umbral de popularidad necesario, una puerta con un letrero parpadeante apareció: «OnlyFans». Bastián, al cruzarla, se encontró en una sala de luz tenue, con pantallas proyectando diferentes imágenes de alguien llamado Atreyu, un chico moreno y delgado vestido con harapos y el pelo sin lavar. Lo observaba desde una pantalla, con una sonrisa divertida.
—¿Esperabas encontrarme aquí, Bastián? —dijo Atreyu, y su voz resonaba familiar, aunque impregnada de una ironía cansada—. Bienvenido a la Fantasía de tu tiempo, donde la heroicidad se mide en likes y el valor, en suscriptores.
—¿Quién eres? —preguntó Bastián, todavía incrédulo.
—Soy un influencer sex-positive —respondió Atreyu—. Mi objetivo es conseguir tu atención de forma absoluta para mantenerme relevante en este océano de perfiles artificiales..
Bastián sintió un nudo en el estómago. ¿Tendría que realizar cibersexo en la siguiente prueba? Estaba atrapado en aquel mundo virtual, un laberinto de pruebas digitales que, lejos de fortalecerlo, lo habían dejado vacío, más desconectado de sí mismo.
Tras respirar profundamente preguntó con un atisbo de desesperación —¿Y cómo salgo de aquí? —
Atreyu señaló la esquina de la pantalla, donde una pequeña «x» de cierre aguardaba, casi invisible.
—Es tan fácil como cerrar la ventana, Bastián. Pero dime, ¿quieres realmente hacerlo? Aquí tienes entretenimiento interminable, estímulo infinito. Allá fuera está la realidad, y no ofrece recompensas instantáneas.
Con un último vistazo a Atreyu, Bastián cerró los ojos y apretó la «x». La pantalla se apagó, y el silencio de su habitación lo envolvió. Sintió un extraño alivio y una profunda tristeza. Nueva Fantasía era un lugar repleto de reflejos de entretenimiento, donde las aventuras no transformaban, solo distraían. Encendió la luz, y por primera vez en mucho tiempo, cogió el único libro que había en su cuarto en cuya desvencijada cubierta ponía «La historia terminable y sin scroll» firmada por un tal Michael Ender Scott-Card. Quizás, pensó, aún queda algo de magia en el mundo físico, algo que no podría encontrar en una pantalla, por atractiva que fuera.
-Científicos se llevan una sorpresa al analizar el ADN del pelo del gato de Arquímedes… Las pruebas genéticas revelaron algo inesperado y muy personal…
-Un químico de la Universidad de Friburgo de Brisgovia explica la diferencia entre lavar a mano o lavar a máquina en un lavado corto… La respuesta no es fácil…
-Soy psicólogo y este es el truco perfecto para elegir la ropa. Un psicólogo de la Universidad de Jamón-York ha escrito sobre la mejor manera de elegir ropa. La realidad no siempre es nuestra aliada...
-Tu ‘mind feeling’ es real, la conexión entre tu salud mental diaria y lo que sientes al levantarte…
-Por fin sabemos cuál es el truco para mantener tus bebidas calientes más tiempo y no es lo sospechas…
-Tres cafeterías de Cimborrio de Lucarno se han puesto de moda este otoño por su original variedad de tostadas sin aceite ni mantequilla…
-Un científico afirma que un haz de muones de baja energía podría conectarnos por fin con la estrella de Barnard por su misteriosa configuración espectral… el doctor Hans Fishcado-Plancha afirma que…
(Noticias inventadas pero adaptadas de noticias reales.) Hasta las mismas partes internas y personales estoy...
menéame