Un hombre ya muy mayor, al ver que no podía valerse por sí mismo, decidió irse a vivir con la familia de su hijo. Los años habían pasado y su vista estaba muy cansada, caminaba muy lentamente y en muchas ocasiones le temblaba todo el cuerpo. Pero el gran problema venía cuando toda la familia se sentaba a la mesa, pues a él le costaba masticar y eso le obligaba a hacer mucho ruido cuando tenía la comida en la boca. Además, al coger los cubiertos con sus manos temblorosas, muchas de las veces se le caían al …