En 1926, Natalia Capilla descubrió que se hallaba en posesión de una gracia divina que le permitía curar a los enfermos y obrar por mandato divino, no se definía como curandera sino como Hermana de Paz y Caridad. Desde entonces este fue su modo de vida, consiguiendo ser en tan solo dos años una de las curanderas más famosas de España.