Sonreír no cuesta nada, es gratis, pero muchas veces parece que una sonrisa, un “gracias” o un “buenos días” le costase un gran esfuerzo al dependiente, director o telefonista que está hablando con su cliente, es decir, con la persona… ¡que gasta dinero en su empresa y que, en parte, gracias a él mantiene su puesto de trabajo!
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