Ni se hace cuanto hemos hablamos del Francisco Nicolás desde que apareció en el panorama actual, allá por finales del veranos pasado, tras una columpiada brutal del chaval este. Ahora, nos enfrentamos a la estafa de Anna Allen, que teóricamente estuvo en los Oscar y no sé cuantas historias mas y que es todo mentira, apareciendo como actriz de prestigio internacional en Pasapalabra. Estamos asistiendo a un nuevo mundo, a una nueva realidad, asistimos a una nueva generación de personas o más bien, personajes, que no tenemos constancia real de quienes son o de donde salen y que llegan a ser populares en redes sociales o círculos en los que no cualquiera se puede colar, como es el caso del Pequeño Nicolás.
Personalmente, tras la aparición de esta Anna Allen, sea quien sea, ya que me importa más bien poco la historia de esta chica con aires de grandeza adicta al Photoshop; me asalta la duda entre la posibilidad de discernir o ver la realidad de la ficción. Estamos en un mundo o una sociedad totalmente digitalizada, donde el acceso a internet es muy fácil, pero, parece ser más fácil bajarse fotos o documentos, manipularos y subirlos a la red o bien, usarlo para hacerse pasar por quien quiera. Somos incapaces de distinguir a una petarda con aires de grandeza o vaya usted a saber que desorden megalomaniaco, de una persona real, que si que esta labrándose una fama real, por su duro trabajo. Ahora, estaremos con la mosca detrás de la oreja, cuando una nueva chica aparezca en el candelero después de haber tenido algún papel secundario o terciario en una peli o una serie, preguntándonos si todo lo que cuenta es real o está en su imaginación y en el Photoshop.
Cuando se detecte talento, ya sea empresarial o interpretativo, se deberá estar atento a las malas artes que puedan usar estos intrépidos de la mentira. Imaginemos un chaval, de 16 años, que es un crack en un campo, como pueda ser el tecnológico e investiga y desarrolla chorraditas y a los 18, da con un producto acojonante, que puede ser muy interesante y empieza a llamar a puertas, para que le financien el desarrollo de este producto a gran escala o le ayuden a montar su empresa. Aquí se darán varios inconvenientes. El primero será el cuestionar que sin ayuda de nadie, haya desarrollado un producto tan bueno y se investigara hasta la saciedad en la red, para ver si lo ha copiado de algún sitio. Lo segundo, será mofarse de él y muy probablemente, intentar estafarle, sino robarle, ya que nadie lo conoce y es un imberbe inventor. No tendrá la confianza de mucha gente, en primera instancia y conseguir sus sueños, le costara mucho, desanimándole, por culpa, en cierta medida, de las reticencias de asociarse con jóvenes con talento, por miedo que sean unos estafadores o timadores, como estos dos.
La red a dado voz y poder a gente con delirios de personalidad, gente que desea la fama y ser conocido, gente, que aunque pueda tener talento, se queda en un simple personaje, un bufón que ha basado su vida y su historia en la mentira y la estafa, por tener buena labia y quizá, correr más de lo que debe o tener unos sueños de grandeza o querer enriquecerse de la noche a la mañana. Así de simple. No todo es bonito en la red.