Entramos en los años veinte y seguimos sin tener las robopilinguis que nos prometieron en las películas de los ochenta, no es de extrañar que los últimos días nuestros incels hayan volcado sobre los hilos cascadas de apasionados comentarios llenos de exabruptos. Los coches voladores, las androides voluptuosas y complacientes, ni siquiera los cohetes gigantes, que llevarán a Marte a cientos de pobres diablos, nada de eso termina de llegar. Sin embargo presenciamos impotentes como llega cada día más rápido la decadencia intelectual, la senilidad y la demencia, hasta el punto de que olvidamos nicks y contraseñas y tenemos que hacer nuevos usuarios constantemente para, al poco, volver a perderlos.
Mientras tanto tenemos a nuestro alcance pequeñas pantallas que pueden contener miles de libros y representar texto con unas funcionalidades imposibles en los antiguos soportes. Esto existe desde hace años y es una innovación revolucionaria, frente a esta tecnología los coches voladores y los cohetes gigantes son meras ideas paleofuturistas consistentes en la mejora de algo que existía pero que esperábamos que fuera cada vez más grande, más alto y más rápido. En cambio desde que abandonamos los rollos de pergamino prácticamente nadie había pensado en modificar o hacer algo nuevo con el soporte de los textos #1. Los lectores no buscaban ningún cambio, no había nada que mejorar o cambiar del pasado en ese aspecto. Pero el cambio llegó.
Hace un par de décadas aparecieron los primeros libros electrónicos. Muchos viej... gente de cierta edad sigue agarrada a sus libros de celulosa ignorando que en sus teléfonos llevan encima un soporte más revolucionario que los coches voladores o los cohetes gigantes. Ya sea por mitos, prejuicios o arraigados hábitos no se adaptan a leer en los teléfonos #2, aunque leer en ellos aporta innumerables ventajas (bibliotecas ubicuas, acceso inmediato, portabilidad, etc) en las que no abundaré. Sólo decir que hace veinte años ya era más cómodo leer en las primeras pantallas de las gordas y pesadas tabletas que en los soportes tradicionales, pero hoy en día leer en los teléfonos todavía es más versátil y placentero. #3
A continuación tres sugerencias para la mejor lectura en 2020:
1 Letras rojas sobre fondo negro. Esta combinación la copié de una aplicación para manejar telescopios por la noche, la recomiendan nueve de cada diez astrónomos. El color rojo viene a ser el de los numeritos de los despertadores que tenemos en la mesita de noche. Yo uso este: R254 G59 B0
2 Para leer con esa combinación de colores lo mejor es una pantalla oled así durante la noche, en el dormitorio por ejemplo, la pantalla desparece y sólo vemos letras brillando tenuamente en la oscuridad. De este modo es alucinante la inmersión en la lectura (o en el amodorramiento).
3 Un mando a distancia de chinos bluetooth. Gracias a este artilugio en invierno, poniendo el teléfono sobre un soporte junto a la cama, se puede uno tapar con las mantas hasta la nariz, y no hay necesidad de sacar la mano de debajo de la manta para pasar la página.