Hoy he visionado el vídeo de un trotskista ¿? que se dedica a martirizar youtubers con problemas. En esta ocasión le tocó a un tipo de apariencia dudosa y voz meliflua que merodea por los colegios, se agazapa junto a niños en los parques y emboscado entre los matojos les enseña sobre cómo convertirse en buenos capitalistas contándoles un cuento. Me parece bien. A su edad yo tenía un chat en MSN titulado "ATEISMO PARA NIÑOS". Aunque no exactamente por la cosa de los niños, si no porque en ese lugar (sección Filosofía y Espiritualidad) abundaban los evangélicos, y entraban al chat a decirme de todo. En cualquier caso cada uno es libre de pervertir a los niños como quiera, estaría bueno. Lo que no significa que haya que abstenerse de la crítica. Pero me interesa más criticar la crítica con la que abre su vídeo el extraño trotskista. Aunque primero conviene contar el cuento, mejor dicho, la verdadera historia del cuento:
En una comunidad que formaban 300 almas, los lugareños debían hacer todos los días una caminata para ir a recoger el agua de una fuente lejana. Pero uno de sus habitantes era un genio y tuvo dos grandes ideas, la primera consistía hacer una tubería que tomara el agua de la fuente para llevarla al pueblo, y de ese modo no tener que cargar con ella todos los días. La segunda gran idea fue hacer un problema de la falta de la tubería. Sin embargo la gente le dijo que no había animo de emprender obras de ingeniería hidráulica, que seguirían como estaban ya que no parecía irles tan mal. El genio era muy cabezota y acabó montando la tubería él sólo, también era un resentido y la llevó desde la fuente hasta su vivienda. Como es natural los paisanos fueron a su casa a recoger el agua porque, de repente, se había convertido en la fuente más cercana. La tragedia fue que el genio resultó ser también el egoísta más tonto de la tribu porque trató de cobrar el agua intentando que trabajasen para él.
En este punto el cuentacuentos nos relata como los lugareños pagan el precio por el agua, mientras el trotskista ¿? nos dice que la gente no es imbécil, que la colectividad se organizaría para hacer otra tubería. Ambos se equivocan. Lo que hizo la tribu fue poner la cabeza del genio sobre un palo, por miserable. El resto del cuerpo lo enterraron bajo un montón de piedras mágicas. La explicación fue que un poderoso demonio se introdujo en el cuerpo del pobre hombre. No se pudo hacer otra cosa que separar con presteza su cabeza del tronco para que su espíritu no acabara sepultado junto al demonio bajo el montón de piedras mágicas. Ahora todos están a salvo incluido el difunto genio, los habitantes no tienen que cargar con el agua mucho rato ya que la fuente esta en el pueblo ¡y todo eso habiéndose molestado en su construcción sólo un miembro de la tribu!
En realidad no convences a la tribu con un discurso, ni con un PowerPoint, ni mediante una demostración práctica, ni siquiera regalándoles tres cajas de su detergente favorito si lo que quieren es su caja de detergente favorito de toda la vida. No es que estén cerrados a la idea, simplemente no la perciben, ya que no forma parte de su cosmovisión, la idea queda fuera de su horizonte de reconocimiento de ideas. Cuando se la explicas ven a un paisano entusiasmado que hace ruido. Un ruido molesto e inquietante. Si insistes huirán de ti, y si te pones muy pesado te convertirán en un wendigo, en una bruja o un vampiro, para a continuación darte una buena tunda, quemarte, clavarte una estaca y enterrarte debajo de un montón de piedras mágicas.
El cuento esta averiado, no porque no haya 299 imbéciles si no porque en una comunidad de 300 personas siempre hay 300 imbéciles. Porque el genio tratará de adaptarse a la imbecilidad general para no quedar marginado o sufrir males mayores. El florecimiento del genio ocurre en sociedades ricas y estratificadas, donde los sistemas micrototalitarios de las pequeñas comunidades se degradan y pierden poder frente a grandes instituciones que, las mas de las veces a causa del descuido provocado por su gigantismo, producen cierta tolerancia y libertad, dejando espacio al extrañamiento y a que prospere el individualismo.
Aun así, incluso contando con una buena provisión de genios la innovación se enfrenta a la resistencia al cambio de millones de imbéciles que viajan por la vida agarrados a ideas que forman parte de su cosmovisión, ideas empujadas por muchos años de cultura en forma de historias y arte de todo tipo. Tenemos en stand by un montón de ideas geniales, que no prosperan porque no se ha creado una poderosa cultura entorno a ellas, cosas como el bidé, el monorrail, las bicicletas o los dirigibles que son atribuidas a excéntricos, charlatanes y perroflautas mientras que otras muchas cosas que hace tiempo quedaron obsoletas aun se mantienen, más o menos vivas, por puro empecinamiento cultural, caso de los palillos (para comer), los discos de vinilo, los viajes tripulados a otros mundos, los libros de celulosa, etc.